No obstante la precaria economía y el riesgo de encontrarnos en el camino con los guerrilleros, los universitarios viajábamos al interior del país para conocer ciudades y restos arqueológicos. Éramos bohemios, románticos e intrépidos, caminantes todo terreno, curiosos interlocutores, ávidos de cultura y aventura.
En Lima, habían días que vivíamos rápido por costumbre, con un "miedo en letras minúsculas" aún en los momentos de tensa calma, con "sueños en letras góticas" y una "estrechez económica en letras mayúsculas": eran los turbulentos años 80. Por eso, salir de la ciudad era como escaparse para reflexionar y tener una mejor perspectiva de la realidad social, cultural, política y económica.
No hay explorador ni turista que retorne tal cual de Cusco. Machu Picchu, por ejemplo, impacta y abre la mente de la persona, haciendo que proyecte su imaginación y tome conciencia de las posibilidades de creación del ser humano. Los restos arqueológicos tienen consigo un valioso mensaje de grandeza y unidad, como lo refiere el siguiente canto:
UNIDAD *
muros de piedra.
Firmes muros unidos
en pie de piedra.
Unas con otras, las piedras
se juntan, hacen
un muro, unidad,
razón de la fortaleza.
Apréndelo de memoria,
piedra con piedra.
Hombre del pueblo, mira
los muros.
No las nubes que pasan,
mira las piedras.
Las piedras siguen juntas.
Romualdo compuso el memorable poema inspirado en los muros de Sacsayhuaman (Cusco). |
en pie los muros. Pasan
las nubes. Siguen
las piedras juntas.
Hoy, tan solo mis palabras
se unen, como las piedras.
Poema: muro que canta
unidad: lección de piedra,
razón de fuerza y belleza.
Hombre del pueblo, escucha
estas palabras, mira
estos muros.
Aprende de las piedras.
[*] Poema de Alejandro Romualdo Valle Palomino (Trujillo, 1926 - Lima, 2008)