martes, 28 de febrero de 2023


 LA ACHUPALLA INCENDIARIA N° 29

La voz libre y encendida de Pinedo

Grata lectura para los degustadores de la buena literatura es La achupalla incendiaria n.° 29, continuación de la legendaria publicación que naciera en 1978 y donde colaboraron poetas nacionales y extranjeros bajo la dirección del poeta pintor José Pinedo Pajuelo (Casma, 1935).
Justamente, el último número de la revista trae un puñado de poemas de la pluma de José Pinedo, quien nos embarca en relatos que comienzan sencillamente y a medida que avanzan se van haciendo más o menos emocionantes, con la aparición de elementos inesperados que fácilmente son integrados por el uso de un sublime lenguaje vanguardista.
Hay que estar bien concentrado para no extraviarse o perderse de algún pasaje del relato poético. La expresión de Pinedo Pajuelo es como una narración de viajero que gira y gira, tocando, salpicando e integrando elementos y temas al cuerpo del poema.
Los lugares, los objetos, las imágenes, los sentimientos, las metáforas van apareciendo y fluyen naturalmente, dando la sensación de que las palabras viajan en fila a campo abierto y de pronto las de adelante se dan la mano con otras palabras o las llaman para continuar el viaje juntas.
Si bien los poemas comienzan en línea llana y sencilla, como quien conversa, lo que sigue son versos en el oscilante lenguaje poético, que puede formar un producto de tono calmado, rítmico, arrítmico o excelso. Todos ellos, sin duda, tienen una carga emotiva variable, una línea de expresión tranquila o notablemente dinámica, donde resaltan los signos de la composición libre y los matices vanguardistas.
Tal como lo hiciera en su libro El árbol que canta en tus ojos (2005), Pinedo rompe con las formas de la poesía tradicional, juega con la estructura, la crea y recrea; en algunos poemas se arriesga a poner las letras en escalera u opta por los versos de lectura cruzada, con los que logra generar efecto visual y excitar la agilidad mental del lector. Asimismo, de acuerdo a sus códigos de autor establecidos [El Quinto Jinete, agosto de 2014], suprime letras como en «d» o recorta las palabras terminadas en «mente»; prescinde de los signos de puntuación y usa con soltura las mayúsculas, pero ya no es tan chocante porque su estilo ha madurado.
En La achupalla incendiaria n.° 29, José Pinedo presenta una innovación más que lo distingue del resto de poetas. Se trata del uso de las palabras gemelas que unen los pasajes del relato viajero, dándole musicalidad y fluidez; con la(s) palabra(s) repetida(s), el poeta logra el efecto bisagra que le permite eslabonar y dar continuidad a los versos, cambiar sutilmente el ángulo de mira o fijarle un nuevo giro a la narración poética.
A la manera de un narrador que mantiene atentos y emocionados a sus oyentes con los gestos y giros de su ingenioso lenguaje, el poeta casmeño también lo logra dándole color, fantasía y movimiento a sus relatos de viajero. Las muchachas lindas, los bellos lugares de Huacrachuco (pueblo por el que siente especial cariño), las aves, las flores, los ríos, las punas, etc. aparecen pintados con versos de colores en la naturaleza de los poemas.

Para el deleite, el siguiente poema:

A LA ORILLA DEL RÍO HUAGAS
Estaba una joven muchacha
Sentada en una piedra cuadrada
Alzaba y bajaba la vista
D pronto del bosque d eucaliptos
Aparecieron volando unos pAjaros
Y viO que un colibrí empezO a volar
Y soltO una tela blanca que al llegar a tierra
Se convirtiO en una rosa roja
Una paloma de alas azules
EchO una flor de retama
Amarilla como la luz
Un inquieto gorriOn perdiO un corazOn
Que acertada acertada
Mente
CayO en el arco iris
D sus pictOricas manos
Un zorzal entre negro y gris
ArrojO una serpentina
Con inscripciones galantes
Y amorosas d: «Te quiero»
Un jilguero que daba vueltas
Y vueltas en el aire
TirO una guirnalda de flores frescas
ReciEn cortadas
D los jardines del gallo
Una finísima alondra
Sobre un alado caballo Cual diosa de la verde selva
Arrojaba orquídeas amazOnicas
Un guardacaballo lanzO una piedra
Para que al salpicar el agua del Río
Sonriera sonriera enigmAtica
EnigmAtica
Mente
Como la Gioconda (La Mona Lisa)
D Leonardo Da Vinci
Una gaviota que volO mAs allA
D su territorio se acercÓ con un bonito
Mensaje d las aves marinas
Y d los lobos marinos
Un pAjaro carpintero
SoltO un geranio
Rosado como el color d la blusa
D la joven muchacha que cual ninfa
Se bañaba en las límpidas
Y fraganciosas aguas del Río
Contenta estaba la muchacha
Con tantos presentes y halagos
Que le daban los pAjaros
Hasta que un pajarraco hablO
HablO piropos piropos soeces
Y se sintiO ofendida
Y la bella del Río Huagas pensO
Que otras chicas que estaban en otros ríos
D otros pueblos o ciudades estarían pasando
Por semejante situaciOn
Y desde esa vez sabe
Que hay modos distintos
D violencia contra la mujer






viernes, 17 de febrero de 2023


 SAN MARCOS


Hubo días en que domestiqué las formas sociales,
la filosofía de las imágenes
y las letras por kilómetros.

De viaje me fui
tomando una pizca de sabiduría,
unos gramos de la montaña de sal.
Fue como tomar una cápsula de astronauta,
de esas para no tener hambre.
Salí a la batalla con un escudo naciente
contra la mentira y la injusticia.

Caminé y caminé
por el caos de lo establecido.
Rompí algunas cadenas
y elaboré incontables eslabones de palabras.
No ha sido fácil convertirme
en árbol grueso y ramoso.

He regresado
de las fronteras de mi vida,
de algunos confines de la sociedad,
también de la parte invisible de mi país.

Era delgado, apenas un palito
con dos ramas hábiles.
Años de aprendizaje afuera
le dieron robustez a mi cabeza
y luces de colores a mi aura.

Mi rumbo comenzó a escribirse en lenguaje Morse.
Mi andar ha sido de puntos y rayas,
de pausas y atajos,
de paradas en seco y medias vueltas.

Pequeñas siembras en serie
con los años se volvieron cosecha de experiencia.
Todo eso fue posible
porque puse mi conocimiento en salmuera,
siempre a salvo
mi pequeña fortuna de universitario.

Crecí por la savia inagotable de San Marcos.
Hoy, al volver,
es inevitable sentirse con la copa media llena.
Admisible como en días lejanos,
con ansias de beber unos mililitros más
del refinado elixir de la sabiduría.


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FIDELIDAD A DISTANCIA


Puedes estar lejos
y yo extendiendo más la distancia,
con un frío que me hace temblar el alma.
Puedes estar al otro lado de los Andes
y yo aleteando en la costa como ave migrante,
con mi lealtad amenazada por desconocidas feromonas.
Puedes estar sola como yo, pero nunca ausente.

Aunque tu cuerpo y el mío no se toquen,
siempre estarán tocándose nuestros recuerdos,
siempre tus besos envolviendo mis palabras.
Y tu voz, ¡ah!, tu voz musical,
que llega desde nuestro nidito a la sombra,
siempre estará, cual airecillo de media tarde,
recorriendo conmigo el tamaño de nuestro amor.

A veces estaremos tristes
por el silencio del teléfono y la sonrisa perdida,
por los pasos invasores de terceros,
por el tiempo que encierra todo en círculos de pausa.
Pero después llegará el ruido de las buenas nuevas,
el eco de la risa viajera y el amor en amarillo girasol,
retoñando palabra a palabra, beso a beso, en la lejanía.

Si por un día me saliera de tu vida
y alguna mujer pretendiera entregarme su mano,
una sola caricia de tu voz me haría volver.
Al aire secaría una lágrima cayendo lentamente.
Porque la pena de no verte se cura con tu recuerdo
y teniéndote presente nadie podrá tomar lo tuyo.
Tú eres mi energía extra, tú mi fértil campo de amor.


© FGM. All rights reserved, November 2022



 LA PAZ ES EL CAMINO DE LA HUMANIDAD


PALABRA DE POETA, JOSÉ PINEDO (Casma, 1935)

No sabía quién era José Pinedo Pajuelo hasta que, allá por 2014, el escritor marañonense Marco Hinojosa me obsequió «El árbol que canta en tus ojos» (2005), libro que capturó mis sentidos y me motivó a escribir un artículo de análisis muy comentado y compartido. A raíz de ello, el poeta y pintor ancashino se convirtió en mi amigo virtual. Tiempo después, en un intercambio de mensajes, me habló de su inédito poemario «Racimos discontinuos del amor», y yo le dije que abrigaba la esperanza de conocerlo en algún viaje a Trujillo.

Hace poco conocí a este poeta vanguardista. A pesar de las dificultades físicas propias de sus trajinados 87 años y la fibrosis pulmonar que lo obliga a depender de un balón de oxígeno para respirar, él mismo junto a su esposa Yolanda salió a la puerta de su casa para recibirme. Nos presentamos y abrazamos emocionados como dos personas que cumplían un anhelo.

Toda una sorpresa fue que pusiera en mis manos un ejemplar de la revista «La achupalla incendiaria» n.° 29, recién editada; se trata de la continuación de la legendaria publicación que naciera en 1978. A los dos nos brillaban los ojos; él feliz como autor entregando su obra y yo entusiasmado lector recibiéndola.

Luego ya comenzamos a dialogar más en confianza. Como si sospechara mi intención, de pronto José Pinedo dijo: «Que no sea una entrevista, sino una conversación». Entonces, guardé la grabadora y me aferré a la libreta de notas. Aunque este periodista no se distanció mucho de su posición de entrevistador, fue una conversación sesuda, ilustrativa y panorámica, por momentos amena y humanizante.

A continuación la conversa, que fue ante todo un encuentro espontáneo e inolvidable, para conocer un poquito de la esencia del poeta-pintor, su filosofía poética, su fértil inspiración y su valentía para seguir escribiendo; sin duda, un ejemplo de vida.

-- ¿Qué es para usted la poesía?

La poesía es parte de la vida y muchas veces es la vida misma del autor. Escribes de acuerdo a lo que has leído, visto y vivido; lo que has leído más la experiencia de vida ayudan a la mejor formación de los poemas. El intelecto absorbe lo que uno ve, ya con el tiempo surge la creación poética o pictórica.

La poesía es universal, no regionalista. Los pasajes hermosos del pasado ayudan a escribir poemas; la poesía es parte del pasado y presente, también es futuro: la concepción de algo mejor para el hombre. Siempre hay una base para escribir, en el caso mío es la lectura efectuada en la juventud. Escribo lo que leía. En muchos viajes mi equipaje era sólo libros; leía de todo y me nutría también de la experiencia de otros lectores, amigos con los que teníamos reuniones de lectura e intercambio de ideas.

-- El amor y las muchachas son temas recurrentes en su poesía...

He tenido muchas amigas, unas de amistad, otras de amor. A una chica le gusta que le canten y le pinten, es entonces cuando comienza a soñar, a ilusionarse. Un poema de amor es un canto a la belleza, toda mujer es bella para el poeta. Una sonrisa, una mirada es una invitación para escribir un poema de amor; resultado de la mirada más la invitación es el poema. El amor y la vida son comparables a la creación del mundo; la inspiración es el origen, el escribir es una creación.

Cuando trabajaba en Carhuaz las amistades me invitaban a los pueblos aledaños para ver la corrida de toros, tomar chicha y pasear con las amigas. Y en Huacrachuco, recuerdo que los muchachos íbamos al río Huagas para ver a las chicas y acompañarlas hasta Gran Vía.

-- A propósito: Huacrachuco está presente en su poesía, es una estrella titilante en su universo creativo. Y, déjeme decirle, los huacrachuquinos que han leído su poesía y lo siguen por la red social lo admiran.

Tengo un recuerdo de Huacrachuco: un huaco con dos cóndores; tiene arriba una especie de cuerno y a los lados la figura del cóndor. Es de color marrón claro con rayas negras.

A Huacrachuco le tengo especial cariño. Allí conocí varios maestros. Ligorio Domínguez Laguna fue mi maestro. Descubrí allí que me interesaba la lectura, libros que otros no leían; descubrí que algún día podría llegar a escribir algo. Huacrachuco era pequeño y nos conocíamos todos. Los habitantes eran de clase media. Había familias que mataban dos chanchos, uno de ellos era para regalar; con el pan era lo mismo. La gente era más sincera, de mucho respeto.

Los amigos eran los amigos de verdad y eso lo comprobé cuando trabajaba en Yungaypampa. Los huacrachuquinos me apoyaron cuando necesité ayuda. Conservo la amistad de muchos de ellos porque siempre nos encontrábamos; venían los amigos de Huacra y Pasacancha, tomaban tranvía en Yungaypampa para Chimbote.

Cuando trabajaba en Rahuapampa, frente a Huaytuna, también los encontraba o ellos me buscaban; venían por la ruta Huacra-Pinra-Aco-Huaytuna y tomaban carro a Huaraz.

Fue un tiempo bonito, de grandes amistades, con sinceridad y sencillez. Recuerdo a Ketín Vidal, Jorge Quintana, Luis Miranda de Asay, Felicio Cervantes y otros.

-- Cada poema suyo llega al lector a manera de un cuento de viaje que transcurre oscilante y emocionante, tocando diversos temas, sucesos y sentimientos. Los poemas tienen la marca personal del autor, ¿cómo llegó usted a forjar su estilo?

Mi estilo. Tomé prestadas las palabras, ideas, las formas de escribir de los poetas, filósofos, músicos, pensadores, literatos que he leído. De ellos he sacado algo que se ha transformado y se llama estilo. Es lo mismo que escriben otros poetas, con la diferencia que cada uno va creando formas sobre lo que ya antes se hizo; no es algo completamente propio.

Cuando se publica el poema, este ya le pertenece al lector, al pueblo, ya no al autor. Para enamorar, por ejemplo, se da el poema sin autor.

-- ¿En cuántos días sale un poema?

La concepción del poema dura de dos a tres días. Otros salen en una o dos horas. Generalmente es un trabajo de alfarero, hay que ir moldeándolo, corrigiéndolo, puliéndolo hasta que tome forma, suene bien y te guste. Si te gusta a ti tiene que gustarle a alguien más. Si le gustó a alguien quiere decir que debes seguir escribiendo.

-- Usted ha escrito mucha poesía y en los últimos años publica seguido en la red social. ¿Lleva un registro de cuántos poemas ha escrito?

No sé cuántas poesías he escrito ni cuántos cuadros he pintado. Tengo listo para publicar el poemario «Racimos discontinuos del amor» y espero pronto sacar «La achupalla incendiaria» n.° 30, que va a ser el último número de la revista. Siempre estoy escribiendo, pero hace diez años que no pinto, por mi enfermedad a los pulmones. Me dieron ocho meses de vida y van diez años con oxígeno...

-- Algunos títulos de sus poemas son muy sencillos y otros de un excelso lenguaje metafórico un tanto indescifrables. Así, por ejemplo, con el poeta Marco Hinojosa nos preguntábamos qué significaba «El árbol que canta en tus ojos», título de su primer libro.

Ese título fue tomado de un verso del poema «Árbol», que forma parte del libro. Se refiere a la imagen de un árbol que se queda en la retina: verde, frondoso, con sus ramas moviéndose suavemente al soplo del viento, un ser vivo que parece estar contento.

El título le pertenece al autor, es el único que ha podido crearlo, nadie más lo puede hacer. Y como creador eres el único responsable de tu obra.

-- Mucho se habla del rol social del que escribe. Si es que lo tiene, ¿cómo se manifiesta ese compromiso del poeta?

El poeta trata en lo posible de no ser mentiroso, por eso está a veces en contra del sistema. Los seres humanos somos felices con la poesía, la pintura, la música, no con la política. El poeta se va evaluando también a sí mismo; es un hombre que siempre trata de decir la verdad y hacer del mundo un lugar más humano, menos malo, sin tanta pobreza.

-- Su poesía es abierta y fusional; por su estructura, de vanguardia. Toca muchos temas, entre ellos los valores para la paz: la libertad, la justicia, el respeto a la vida. ¿Cómo concibe usted la paz que tanta falta hace en el mundo?
La paz. Soy pacífico, no he peleado con nadie. Mi paz no es religiosa, sino aquella donde exista más humanidad, menos pobreza, con escuelas de cemento y fierro y no de esteras y calaminas. La paz es el camino de la humanidad.

La guerra existe y existirá; siempre se piensa que un país es superior a otro. Todos los imperios surgen a base de guerras y caen. Después de la guerra viene el tiempo de paz.

-- Es difícil alcanzar la paz social. A la derecha poco le interesa y las izquierdas han fracasado en el intento. ¿Cuál sería la ruta a seguir?

En el siglo XXI, el socialismo actual debe ser de trabajo y más trabajo, con lo cual se va disminuyendo la pobreza. Los gobernantes deben mejorar el sistema de salud, educación y trabajo; si hubiera más trabajo tendríamos menos ollas comunes. Se debe optimizar el uso del agua, construyendo represas para cultivar más e importar menos; que no haya escasez.