domingo, 5 de marzo de 2017

CARIÑO TIERNO



Mi ubicua, carialegre y tierna moza:
En tus ojos soy pirata,
en tus labios sólo un nombre
en tu piel un soplo vital.

Te encontré  helada por encima,
recostada en un kilómetro de playa.
Desde entonces siempre te has quedado.

Besas mi piel roja
para demostrar que ardes en el Ártico
y cuando tu niñez y juventud retozan
en mis tres décadas,
caigo de las nubes sobre ti.

Continúo envuelto en tu fragancia
mientras tú corres ruborizada en el Olimpo.
¿Por qué te veo en estas barcas pardas
si temprano te fuiste a iluminar tu casa?
¿Por qué me asilas en tu pecho
si sabes que he besado muchas flores del prado?
 
Pocas veces he escogido una sola rosa del rosal,
una sola ruta para llegar al hogar de Reuel.
Esta vez penetré en la floresta y en el mar,
salí bailando con una princesa.
Ya no admitirè el olor
ni el tacto osado de otras manos.
Después de tantos viajes encontré un tesoro.
 
Mi flecha de nativo Rey isleño
ha viajado ciento ochenta leguas
y se ha clavado en el mejor cuidado jardín.

© All rights reserved, 2017.

 

sábado, 4 de marzo de 2017

MI QUENA MÁGICA


Sentado sobre una laja
o caminando en ojotas
por los pastizales de la meseta,
silbo con mi quena mágica,
para gusto de mis llamas y alpacas,
de mis vizcachas y cóndores imperiales. 

Danzan mis dedos sobre los agujeros
y de soplido en soplido,
surge la voz sentimental de mi quena,
formando melodías que Eolo lleva
en ondeante ritmo por las punas,
para que vibren las flores del papal
y meneen su ramoso tallo las habas.

Mi quena es pariente del pincullo 
y sus notas musicales descienden 
del eco de silbidos ancestrales 
afinados por milenios entre los cerros. 
Hay herencia, fuerza espiral 
y amor vibrante en su cuerpo de caña.

Soy un flautista andino 
 introducido en mitos y leyendas;
sanado en varios días por curanderos;
visto en la colinas matizadas de luz y sombra,
durante la esquila, herranza, siembra y cosecha;
elegido para tocar por dentro al ser humano.
Uso faja, poncho y chullo de lana
tejidos con claves geométricas de color.

Ofrezco mis cantos alegres y tristes
a los dioses de piedra y nieve,
a los ojos de agua y a la madre tierra;
a los hijos de la niebla, pastores y campesinos
que moran en el corazón de la naturaleza;
a los citadinos y cosmopolitas
que internan la mirada en los Andes.

De pronto soy músico universal.
Puedo tocar mi aerófono de bambú
en cualquier paisaje del mundo,
igual ante oidores de truenos,
que ante oidores de óperas.
Mi quena y yo somos cósmicos.



© All rights reserved, 2017.


Fotografía: "Tristeza andina", La Raya, Cusco-Puno, 1933, Martín Chambi.

ESTADO NATURAL

 

 Te has pintado el pelo.
No te dije lo hermoso que era
ni lo bien que lo cuidaste veinte años.
Hoy notarán tu paso desconocidos ojos
y volarán sonrisas a la altura de tu ego.
¡Cómo no admirar el cambio, la renuncia,
si floreces en repentina primavera!
Aunque prefiero tu genuino color,
porque ningún dorado me hará olvidar
los rizos azabache que nacieron contigo.

Qué hermosa es la flor silvestre
acicalada con los cristales del rocío
e iluminada por sus colores puros.
Una rosa roja, amarilla, blanca, rosada,
encerrada en un globo de cristal
o reunida con sus hermanas rosas en un ramo,
o parada en el agua quieta de un florero,
se va muriendo antes de tiempo.
La lindura natural es capturada,
la vida cortada, el color debilitado,
por gustos efímeros.
¡Pero qué preciosa se ve una dama
con una dalia modelando en su cabello!
¡Y cuán feliz será una fresca rosa
al ser entregada  por un joven a su amada!
 
El árbol es más árbol
en el bosque intocado,
altísimo, rural, recio y patriarcal;
cuando pasa el marcador de troncos,
comienza a morir su edad.
Un pez es más feliz en el fondo marino;
un pececillo en el acuario
está condenado a vivir en público,
coartado, cautivo en un falso territorio.
 
La mujer sencilla es la belleza bienandante,
una flor exótica reinando en la pradera.
Su hermosura es un jardín al descubierto,
con colores, fragancias y feromonas
jugando a la ronda, inocentemente.
Ella se arregla sin prisa,
sin pensar en ser elegible;
no tiene ataduras ni anclas
ni modelos irrumpiendo en su mente.
No desaparece en citas con los cosméticos
ni busca escapar de su edad real.
 
 
Veo en el horizonte siluetas de mujer,
jironeando, comprando,
corriendo por la vía de la moda.
Hay un desfile de pelucas, bolsos, aros,
adornos, perfumes, cremas, carmín,
vestidos, baby dolls, brassiers.
Sobre la lejana línea azul de este mar
que se rompe a gritos en la playa,
visualizo féminas de elástica edad
que se transforman con tacto de alfarero,
para obtener victorias en la calle;
algunas sueñan con el tinte rubio,
con el corte hechicero,
y la magia de los rulos,
para lograr un renacimiento,
sin dejar de ser ellas.
 
Te preferiría flor mía en estado natural.
Pero te acepto con tu blonda cabellera,
tu nariz polveada, labios en brillo rosa,
tu estilo y vestidos de princesa.
No seré yo quien detenga tu libertad
para verte más angelical y femenina.
No seré yo quien claudique su confianza,
porque pasearemos tomados de la mano
y en cualquier espejo descubriré
la imagen de ambos
mirándonos con amor.


© All rights reserved, 2017.