sábado, 9 de abril de 2022

 

ME GUSTAN LAS DISTINTAS


Me gustan las féminas distintas,

aquellas que se muestran los domingos

con suéteres ceñidos y faldas monacales.


Las prefiero finitas y con anteojos.

Ellas conocen apriori las fronteras;

aunque suelen acorazar su corazón,

lanzan al precipicio su recato,

cuando llega el invencible te amo del elegido.


Soy también afín a las gorditas risueñas,

a las flaquitas emancipadas por el rock,

a las fibrosas que van con su poder a caballo,

a las bajitas de cinturón verde, azul o marrón,

a las esbeltas de palabras apacibles,

a las volubles de gracia faraónica,

a las impulsivas que se rinden ante un helado;

a las rubilindas de aura intimidante,

a las pelirrojas y pelinegras distintas del orbe.


No soy un reproductor infatigable,

pero a veces voy con el cuello alargado,

 el séptimo sentido en órbitas elípticas

y celoso como el sin par gallo del corral,

cuando paseo con alguna soltera

que avanza moviendo su sombrero francés,

me visita una moza cual princesa inglesa,

o acompaño a una peruana de lliclla y montera,

de fragantes trenzas con huatanas,

saco y pollera de bayeta, donde releo la Historia.


Otros varones tendrán sus propias distintas,

a mí me cautivan las decididas a ser fieles.

Y como fiel he resuelto amarlas a todas,

sin tener contacto incorrecto

con el mestizo imperio de su piel.


Admiro a la polivalente especie mujer.

Sé que llegará una del prototipo que busco 

y, dulcemente, recogerá por entero mi soltería.

Mientras, no me apuro, 

soy feliz con mis distintas.

Las quiero como símbolos ubicuos

de la maternidad en flor,

de la sensualidad sobreprotegida,

del amor reservado para un ser único.



© FGM. All rights reserved



sábado, 12 de febrero de 2022




MI  ROSA  MARFIL


Entre preciosas flores,

 le entregué mi amor a una sola.

A mi Rosa vestida de marfil.


En el mundo de afuera,

 donde soy prisionero temporal,

existen encantadoras rosas:

amarillas, rojas, rosadas, blancas, violetas.

Pero ninguna tan especial como tú, mi Rosa,

esbelta a la luz de tus pétalos cremas.


Con tu nobleza afincada en mi corazón,

con tu integral belleza, tu nombre y todo,

 en mis viajes te llevaré.

Recordaré tu finísima piel de marfil, 

tu mirada embelesada, 

tus palabras  besándose con las mías, 

tu centro coincidiendo con el mío.

Porque lejos de casa soy el pastor 

y tu cariño habita en el cayado mágico. 

Sólo a ti te pertenezco mi sensual Rosa. 


Selecta flor de un huerto de Huacrachuco. 

A ti te elegí como la primera y única para mí.

Por tu hermosura que toca la cima del Acotambo

y  tu esencia andina que reverdecerá en los retoños.


Por más larga que sea mi ausencia,

por más que tarde en hacerte llegar un «te amo», 

no dudes mi fragante Rosa reina, 

que floreces en el jardín de mi pensamiento

y cada vez son menos los pasos que nos separan.

Así es mi amor, imperial y omnipresente;

tiene la voz fresca del arroyuelo

que siempre te va hacer compañía.


Mi Rosa de alma marfil, al alba y al ocaso,

igual en las noches cuando desaparezco contigo,

soy total y humanamente tuyo.



© FGM. All rights reserved, Feb. 2022.


lunes, 20 de diciembre de 2021



MUJER BONITA  / SUMAQ WARMI


 Sumaq warmicha, ¿cuándo conoceré tus ojos?

 Mi mano te ofrece flores y aún no la ves.

Tu presencia me toca y no lo sabes.

Mi beso volador te sigue,

pero entretenida en tu mundo te alejas.


Hasta hoy he naufragado cerca a tus costas.

Mañana tomaré el mar otra vez 

y sostendré mi voz cortejante al empuje de las velas  

para darle a mi amor por ti un destino. 

Sumaq sipas, ¿cuándo me sonreirás?


La paciencia se levanta cada día con mi cuerpo.

Y me he vuelto constructor de frases bonitas.

No habrá camino o territorio desconocido, 

cuando por allí pasen tus cabellos rojos llamándome.

Urpichay, ¿me dejas volar contigo?


Una pausa por el prado, una sonrisa de escape,

un ¡hola! en almíbar me bastará,

para  avivar esperanzas de sol a luna y de luna a sol.

Mi amor planetario hará piruetas en el cielo de ambos. 

Muchachita hermosa, ¿podemos ser?



© FGM. All rights reserved, Dic. 2021.


viernes, 3 de diciembre de 2021

MI AMISTAD CON EL FÚTBOL


Hace años que no juego fútbol, tampoco veo por la tele el "fulbo" local; yo soy solo telespectador de finales y seguidor a distancia del único equipo que llena mi corazón: el Perú. Más que el fútbol profesional disfruto ver a los chiquillos y jóvenes fogueándose en una loza deportiva, en alguna pampa de los pueblos jóvenes o en el gramado de un club provincial; viéndolos me siento uno de ellos y tengo ganas de entrar al campo para hacer lo mío.  

No sé a qué edad comenzó mi amistad con la pelota, supongo que fue en la escuela rural de mi pueblo Gochachilca (Huacrachuco, Marañón, Huánuco), a los cinco o seis años, en el pregrado que se llamaba transición. Tardé en hacerme notar en primaria y secundaria del colegio Mariano Melgar, porque era enjuto y tímido; pero un día llegó mi momento, gracias a que jugaba en veredas, pistas sin tráfico y en la "canchita de la casita blanca"--hoy complejo deportivo-- de Mateo Salado, Cercado de Lima, que aprovechábamos los peloteros adolescentes cuando estaba desocupada, porque no teníamos para pagar el derecho de uso. 


     ¡AL MARÍN LO QUE ES DEL MARÍN!


     Allà por 1988, en una práctica de fútbol en el viejo estadio de San Marcos, mi vehemente amigo Marín Tello corría tras la pelota con una velocidad de locomotora, aunque muchas veces la pateaba a cualquier parte. Le hice un sombrero monumental en el área chica, pero él a los dos segundos estaba encima de mí otra vez, tratando de patear el balón. Era obvio, lo suyo no era el fútbol, pero tenía un físico envidiable, era un atleta completo. Gracias Marín Tello por ser como eres: perseverante, alegre y de reflexiones (a veces no bien entendidas) profundas.


     ¡¡Y AL FLORENCIO, FLORES!!  

     A fines de los 80, San Marcos era un hervidero de voluntades diversas, como el Perú mismo; y como nuestro país, los jóvenes que estudiábamos ahí, también vivíamos entre el oscurantismo insano y violento de SL y el MRTA, y el proceder ciego y represivo del estado aprista. Pese a ello, en la facultad de letras, la gente de comunicación social era la más alegre, deportista y también bohemia. 

Florencio Goicochea era conocido en un principio como «Picardía Florencio», porque la rigidez y seriedad de su cuerpo y rostro delgados, que mantenía durante las clases y las conversaciones en el patio de letras, apenas era rota por una carcajada corta y violenta al momento de festejar una ocurrencia; o desaparecía toda, especialmente cuando Florencio corría tras la pelota, en la improvisada canchita de cemento, dejado por algún predecesor a un lado de las ruinas del Estadio de San Marcos. 

     «Picardía Florencio» era un capo con la pelota; como si jugara con las manos, la llevaba por aquí y por allá, la desaparecía ahí y la aparecía acá, te la sombreaba o te la huacheaba, te la ofrecía o te la quitaba; corría la cancha con una tranquilidad de soberano inca imponiendo su destreza con una gran mueca alegre en sus labios remarcados por un bigotito a lo cantinflas. Casi siempre, coronaba sus incursiones con buenos goles y los festejaba con su media sonrisa pícara. Así como era bueno en la cancha, era mejor en la literatura. Escribía muy bien y admiraba, tanto como yo, a Arguedas, Alegría, Vargas, entre otros más. ¿Qué serán de los escritos de Florencio, Flauers, como lo conocemos ahora? Espero que sigan siendo parte de tus proyectos, viejo amigo.

jueves, 2 de diciembre de 2021


 

POETA PINTOR


Maestro pintor.

 Cíclico viajero.

Padre de genuinas creaciones.

Tú que hablas a trazos de matices

y compones versos a colores,

¿podrías revelarte en lenguaje humano?


Quiero saber de tu libre albedrío.

De tus gritos de independencia en los cuadros.

De tus manos en campaña por la perfección.

De tu pensamiento en lienzo blanco.

¿Sabes que a veces no entiendo tu pintura?


Cuéntame de esos mundos capturados 

en el vaivén de los pinceles.

Háblame del espíritu de tus obras,

del dibujo que tomó cuerpo en silencio, 

del génesis del matiz, de la forma y del fondo.

de las caras invisibles del paisaje, 

de la fantasía que rodea al tamaño de un gesto.

¡Ah!, y del desnudo artístico de las cosas.


Atemperado pintor.

Dime: ¿En el espejo ves contigo a alguien más? 

Hay genios en la orilla de tu oceánico estilo.

¿Quién no quisiera sentirse discípulo de Miguel Ángel

o ser guiado por  los cicerones de Magritte?

¡Qué privilegio recibir a Rembrandt con su equipaje barroco!

¡Mudarse con Picasso al abstracto!

¡Reflexionar con los vecinos arlequines de Humareda!


Decenas de viajantes pasan por la mente de uno solo:

El misionero Van Gogh, tardío descubridor de la luz.

Renoir, forjador de la suprema belleza.

Dalí, tan perturbador como los relojes blandos.

Diego Rivera, robusto pintor social.

Vladimir Kush, creador de metáforas surrealistas.

Un largo etcétera de nombres en claroscuro. 


Pintor poeta.

Es tu taller un simulador de vuelos fantásticos.

Me ha tocado la corriente de tus palabras.

Es tu pintura una poesía en cadencia cromática.

que se proyecta al dorado horizonte pictórico.

Las metáforas brillan en tu universo creativo. 

Y viaja tu sensible mensaje sobre el lienzo. 

¡Vive tu obra de colores!



© FGM. All rights reserved, 2021



miércoles, 17 de noviembre de 2021

Raíces de Gochachilca - Huacrachuco



LAZOS FAMILIARES POR LÍNEA MATERNA * 

Mi abuela Balvina López Herrera fue hija de Juana Herrera Ocaña, natural de Tranca (Huacrachuco, Marañón, Huánuco), y de Concepción López, oriundo de otro pueblo huacrachuquino llamado Gochachilca. Vivió con mi abuelo Serapio Malqui Ponte --hijo de Manuela Ponte y Sacramento Malqui Pajuelo, el patriarca de los Malqui que procedía de Shumpillán (un caserío del distrito de Parobamba, provincia Pomabamba, Ancash), quienes vivieron en una casa situada al canto de un maizal, con estupenda vista a Huacrachuco; con el correr del tiempo, a finales de los años 60, delante de aquella casa se construyó la escuela primaria de Gochachilca y el maizal se convirtió en campo deportivo--. Tuvo tres hijas: Isidora, Gudelia y Primitiva Malqui López; al enviudar tuvo una cuarta hija: Reina Daza López, fruto de una corta relación con Julio Darío Daza Mosquera. 

Hermanos de mi abuela Balvina fueron Margarito y Marcelino López Herrera. 

Don Margarito vivió en Gochachilca con Valentina Pantoja Alvarado, siendo sus hijos: Hortensia (madre de la cantante Faustina Caldas López), Valoes, Casimiro (padre de Ricardo, Crisóstomo, Flora, Jhen, Gladis, Irma y Segundo López Malqui), Juana, Aquilina (madre de Zenovia, Florentino, Severo, Casimiro, Elizabeth y Virginia Campos López) y Elisa López Pantoja. Al enviudar, don Maragarito estuvo temporalmente con Fernanda Jiménez, una señora de avanzada edad. Después se unió a su tecera mujer: doña Francisca Paula Casiano Carrión, con quien tuvo cuatro hijos: Absalón, Rufino, Macedonio y Lucía López Casiano. 

Don Marcelino vivió con Leonisa Caldas Príncipe (hija de Lorenzo Caldas Rodríguez, oriundo de Chinchil y uno de los troncos patriarcales de las familias que viven hoy en Shagapay), siendo sus hijos: Neumisia ( Neuma), Nicolás, Antonia, Lorenza y Clemente López Caldas. Hasta la actualidad sus descendientes conservan algunas de las tierras que fueron de su propiedad tanto en Gochachilca como en Shagapay. 

Por la línea de los apellidos Herrera y López tengo familiares en los pueblos de Tranca, Gochachilca, Shagapay y en la ciudad de Huacrachuco. Mi bisabuela Juana, nacida en Tranca a finales del siglo XIX, fue hermana de Valentín Herrera Ocaña, uno de los dueños de Tranca; era prima hermana del potentado Clímaco Herrera (padre de Carlos y Tomasa Herrera Pedrozo), prima de Dionisio Herrera y prima también de los hermanos Segundino y Santos Reyes Herrera, importantes propietarios y patriarcas de Tranca. Asimismo, era tía de Félix Ocaña, quien vivía a la banda de Shagapay, frente a Villa Hermosa (residencia de la familia Villaorduña) , en el lugar que llamaban Isla, porque quedaba aislado en época de invierno cuando caía huaico por el río Saltana. Y mi bisabuelo Concepción fue hermano de Salomé López, quien vivió en Shagapay con Patrocina Mendoza, siendo sus hijos: Antonino, Domingo (Chumi), Pablo, Fermina y Anastacia López. 

Por la línea de los apellidos Malqui y Ponte tengo igualmente familiares en Tranca, Asay, Cajapatay, Gochachilca, Shagapay, Huacrachuco y Yamos. Hijos de mis bisabuelos Sacramento Malqui Pajuelo y Manuela Ponte fueron mi abuelo Serapio, Patrocina y Carlos Malqui Ponte. Primas del bisabuelo Sacramento fueron las hermanas Narcisa y Juana Pajuelo, también doña Celia Núñez Pajuelo, esposa de don Segundino Reyes Herrera y mamá de Eustaquio «Shipi» Reyes. 

Don Serapio Malqui Ponte se comprometió con Balvina López Herrera y construyó su vivienda y un huerto en Gochachilca, donde crecieron sus hijas Isidora, Gudelia (mi madre, residente en Lima) y Primitiva Malqui López (fundadora de Mamahuaje), y también doña Reina Daza López (afincada en Trujillo), la cuarta hija de una relación posterior de la abuela Balvina; en esa casa familiar vivió toda su vida mi tía Isidora, quien tuvo dos hijas: Hilaria Domínguez Malqui y Rosalina Villanueva Malqui. Doña Patrocina Malqui Ponte se juntó con Manuel Sifuentes, naciendo de esa relación sus hijos Ignacia, Leonida y Berna Sifuentes Malqui; vivieron en la casa del abuelo Sacramento, detrás de lo que ahora es la escuela primaria de Gochachilca, ya con el transcurrir del tiempo el solar lo heredó Ignacia Sifuentes, cuyo esposo Andrés Payajo Quino construyó una nueva vivienda allí mismo. Y don Carlos Malqui Ponte vivió con Justina Alvarado Miguel (hija de Agustina Miguel Herrera, quien fue la segunda esposa de don Santos Reyes Herrera) , siendo sus hijos: Martín, Marcelina, Petronila, Joaquín (Nicasio) y Zenaida Malqui Alvarado, verdaderos pilares familiares que desde el centro de Gochachilca forjaron la unión para las fiestas, las faenas y los trabajos comunitarios en el último tercio del siglo XX. 

Al quedarse viuda, mi bisabuela Manuela Ponte tuvo amoríos secretos con un militar de apellido Casiano, naciendo de esa cortísima relación José Casiano Ponte, quien tuvo tres compromisos: La primera, doña Ciriaca Carriòn Miguel, cuyos hijos fueron Santos (padre de Teodoro, Apolonia, Victoria y Rufino Casiano Payajo) y Paula Casiano Carriòn, tercera esposa de mi tío abuelo Margarito López Herrera. La segunda, doña Feliciana Hidalgo, cuya hija Santora Casiano Hidalgo se comprometiò con Obencio Vilca Miguel, naciendo de esta relaciòn Leandro, Serafina, Cayo y Gregorio Vilca Casiano («Llico» o «shogo»). Y la tercera fue doña Catalina Caldas Prìncipe (hija del patriarca Virginio Caldas Rodríguez, oriundo de Chinchil), con quien se fue a vivir a Shagapay (San Cristóbal), donde nacieron sus hijos Filomena, Julio, David, Arsenio (Ernesto) y Julia Casiano Caldas; entre ellos, doña Filomena se unió con Marcelino Rupay Pantoja, siendo sus hijos Rosalbina, Pilar, Abraham y Moisés Rupay Casiano. 


(*) Raíces de Gochachilca, reconstrucción del árbol genealógico.


En la fotografía del archivo familiar: Mi abuela Balvina López Herrera con su hija Primitiva Malqui López.

lunes, 1 de noviembre de 2021

POEMA « M »












VUELVO  A  TI   


Vuelvo a ti 

querida madre tierra.

Vengo con el pensamiento acalorado, 

buscando la temperatura de tu amor blanco.

Vigorizado con mis cazas de puma trotamundos.


Vuelvo a ti

Marañón de sierra y montaña,

a recargarme de tu energía de arco iris.

Vengo a salpicarme de tus cabelleras de agua

en Huanchay, Antaquero, Oso y Yanajanca.

A serpentear como río y carretera en La Morada.

A internarme en el bosque de Shallaway

y verme navegante en el espejo de  Asiaj. 

A comer de los árboles ocultos de Ninabamba.

A  extender mis sentidos en tus verdes mantos

y a ponerme en paz con los seres pétreos:

Urwa Rumi, Kunkash, Condorgaga, Pishtak. 


Vuelvo a ti

mamá grande sin edad, 

cual guerrero Wakrachuco en sosiego,

cual Cholón sin aros blancos en la cara.

Vengo a pulular por tus caminos de herradura.

A encontrarme con las esbeltas azucenas, 

con los molles de lágrimas de granizo 

 y los alisos que congenian en las quebradas. 


Vuelvo a ti 

primerísima madre 

a recibir el aliento de  toda vida que florece

y estar como todo lo tuyo en perenne primavera.

Vengo a  sentirme rama tierna de las yerbasantas.

A fusionarme en abrazos con los viejos eucaliptos

y  reconocerme en la risa de los retoños caminantes,

tempranos lectores de mensajes rupestres.


Vuelvo a ti 

valle, puna, campiña, laguna, montaña madre, 

a sumarme al quehacer originario.

Vengo a ti, porque soy célula de tu cuerpo,

piedra que se baña como cualquier piedra en tu río, 

arcilla, cobre y carbón de tu cerro,

el espíritu de un adoquín de Acotambo. 

Soy el compañero del arado,

la mano que sabe fabricar el pan artesano,

la voz que aprendió a ser libre en un aula rural. 


Vuelvo a ti, 

gran madre, a tu reino de chacras y rebaños,

de culto a los apus y a  la lluvia, 

del soplo de vida en esquilas, siembras y cosechas.

Vengo para ser feliz, como planta silvestre, 

al costado de mis hermanas flores,

 cercano a las figuras blancas del cielo azul.

Mañana te contaré más, 

apenas he llegado. 



© FGM, All rights reserved, Nov. 2021