VUELVO A TI
Vuelvo a ti
querida madre tierra.
Vengo con el pensamiento acalorado,
buscando la temperatura de tu amor blanco.
Vigorizado con mis cazas de puma trotamundos.
Vuelvo a ti
Marañón de sierra y montaña,
a recargarme de tu energía de arco iris.
Vengo a salpicarme de tus cabelleras de agua
en Huanchay, Antaquero, Oso y Yanajanca.
A serpentear como río y carretera en La Morada.
A internarme en el bosque de Shallaway
y verme navegante en el espejo de Asiaj.
A comer de los árboles ocultos de Ninabamba.
A extender mis sentidos en tus verdes mantos
y a ponerme en paz con los seres pétreos:
Urwa Rumi, Kunkash, Condorgaga, Pishtak.
Vuelvo a ti
mamá grande sin edad,
cual guerrero Wakrachuco en sosiego,
cual Cholón sin aros blancos en la cara.
Vengo a pulular por tus caminos de herradura.
A encontrarme con las esbeltas azucenas,
con los molles de lágrimas de granizo
y los alisos que congenian en las quebradas.
Vuelvo a ti
primerísima madre
a recibir el aliento de toda vida que florece
y estar como todo lo tuyo en perenne primavera.
Vengo a sentirme rama tierna de las yerbasantas.
A fusionarme en abrazos con los viejos eucaliptos
y reconocerme en la risa de los retoños caminantes,
tempranos lectores de mensajes rupestres.
Vuelvo a ti
valle, puna, campiña, laguna, montaña madre,
a sumarme al quehacer originario.
Vengo a ti, porque soy célula de tu cuerpo,
piedra que se baña como cualquier piedra en tu río,
arcilla, cobre y carbón de tu cerro,
el espíritu de un adoquín de Acotambo.
Soy el compañero del arado,
la mano que sabe fabricar el pan artesano,
la voz que aprendió a ser libre en un aula rural.
Vuelvo a ti,
gran madre, a tu reino de chacras y rebaños,
de culto a los apus y a la lluvia,
del soplo de vida en esquilas, siembras y cosechas.
Vengo para ser feliz, como planta silvestre,
al costado de mis hermanas flores,
cercano a las figuras blancas del cielo azul.
Mañana te contaré más,
apenas he llegado.
© FGM, All rights reserved, Nov. 2021
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