jueves, 1 de septiembre de 2016



INVISIBLE

 He cambiado poco,
sigo siendo un visitador de mundos
 en el universo paralelo.

Soy un no humano
buscando el equilibrio.
Me desplazo en silencio,
mientras el tiempo único
descansa plácidamente en la luz.

Sin cuerpo, soy menos complicado:
imperceptible, invulnerable,
un preguntador por telepatía,
un ser liberado del orden establecido.
La historia es predecible,
todos los nombres ponen de pie sus letras,
los datos están atentos al llamado
de este hablador sin oyentes,
de este oidor de ecos y truenos lejanos.

Soy el viajero sin traje y sin piel,
que irrumpe en dos realidades
y se va por caminos distintos.
Soy el migrante de pasajera estancia,
el ser que fluye de la dimensión alterna,
el caminante ausente que regresa
a recoger, una y otra vez, sus errados pasos.

Soy un novato ser de paz,
el resultado de la selección natural cósmica,
un alma convertida en fuerza del bien.
No me acostumbro, aún extraño mi cuerpo;
siento que estoy incompleto, dividido,
apartado de ciertas alegrías esenciales,
lejos de mi raíz humana,
sin tener una piedra a la cual pertenecerle.

 Soy el que pasa haciendo levitar las cosas
y se va besando todos los colores;
son las señales fallidas de mis penas
por sentir a los míos cerca
y no poder tocarlos,
por posar en vano mi mano sobre un hombro,
por gritar que estoy allí y no ser escuchado.

El viento es mi aliado,
me ubica dentro de mis fronteras
y siempre está soplando hacia el arcoiris,
para recordarme quién fui y quién soy.
Me reconozco como exhumano en perfección.
Soy energía en libre movimiento.
 
© Florencio Goicochea M., 2016.


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