viernes, 22 de mayo de 2020


EL  REZADOR  O  RESPONSERO

Un personaje importantísimo y por tanto infaltable en el velorio andino es todavía el rezador o responsero, ya que es el encargado de entonar los reponsos pidiendo a Dios le conceda al difunto el perdón de sus pecados y el descanso eterno. Librito en mano, él reza y hace rezar a todos los asistentes en la vigilia, llenando el ambiente de religiosidad y hondo pesar; en muchos lugares es característico que se acompañen  los responsos con la música triste del violín.  

El también llamado «maestro rezador» suele llegar al velorio a las nueve de la noche y se queda como hasta las dos de la mañana. Da el pésame a los dolientes y ora ante el difunto, puede incluso rociar agua bendita alrededor del ataúd; luego, comienza su labor, por ejemplo así: «Te rogamos, Señor: Dios omnipotente y eterno, que creaste el alma de tu siervo (a)... que te dignes recibirlo (a) en tu seno, como Padre misericordioso. / Concédele, Señor, el descanso eterno. / [...]»

Ahora los responsos se dicen frecuentemente en español, pero antiguamente el rezador leía y entonaba muy bien todos los textos en latín, escuchándose el mensaje más trascendental: «Réquiem aetérnam dona ei (eis), Dómine, / et lux perpétua luceat ei (eis) [...]». Traducido al  español es: «Concédele (concédeles) Señor, el descanso eterno. / Y brille para él (ella, ellos) la luz eterna [...]».

Las lecturas y oraciones se van sucediendo. El Padre nuestro, el Ave María y el Credo también tienen lugar, por supuesto. Uno de los responsos muy esperado y entonado con devoción, sobre todo en latín, es:


LIBÉRA  ME 

Libera  me, Dómine, de morte æterna, in  die  illa  tremenda
Quando cœli movéndi  sunt  et  terra
Dum véneris  iudicáre saeculum per ignem.
Tremens factus sum ego, et tímeo, dum discússio venerit, atque ventúra  ira.
Quando cœli movéndi sunt et terra
Dies illa, dies iræ, calamitatis et misériæ, dies magna et amára valde.
Dum véneris iudicáre sáeculum per ignem.
Réquiem ætérnam dona  ei (eis), Dómine: et lux perpétua lúceat  ei (eis).


LÍBRAME 

Líbrame, Oh Señor, de la muerte eterna aquel terrible día:
Cuando los cielos y la tierra tiemblen.
Cuando vengas a juzgar al mundo con fuego.
Estoy hecho para temblar y temer cuando la desolación llegue, así por la próxima ira.
Cuando los cielos y la tierra tiemblen.
Ese día, ese día de furia, de clamidad y miseria, extenso y más que amargo día.
Cuando vengas a juzgar al mundo con fuego.
El descanso eterno concédele (les), Señor: y brille para él (ella, ellos) la luz eterna.


En reconocimiento a su prestigio y talento como transmisor del deseo colectivo de salvación para el alma del difunto, a través de los responsos, es muy bien acogido por los reunidos. No es ajeno a la costumbre de tomar «shinguirito» (mezcla de alcohol con tisana de eucalipto, manzanilla y otras hierbas) y le sirven en los platos más grandes el típico caldo de cabeza de carnero con mote de maíz.

La familia busca traer un sacerdote para el entierro, pero el rezador acompaña igual. Generalmente, cuando la muerte ocurre en pueblos alejados, el cura no puede llegar al cementerio local, entonces es el responsero quien se encarga de darle la despedida religiosa al difunto, siempre en solemne tonada:

«Escucha, Señor, nuestras súplicas y ten misericordia de tu siervo(a) ...,  para que no sufra castigo por sus pecados, pues deseó cumplir tu voluntad; y ya que la verdadera fe lo (la) unió aquí en la tierra al pueblo fiel, que tu bondad divina lo (la) una al coro de los ángeles y elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor.  Amén» «Concédele, Señor, el descanso eterno. / Y brille para él (ella) la luz perpetua. / Descanse en paz. / Amén. / Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. / Amén».

REZADOR  DE GOCHACHILCA 

A decir verdad, quedan ya muy pocos rezadores. Así por ejemplo, en Gochachilca (Huacrachuco, Marañón, Huánuco), tierra de prestigiosos responseros (los finados Margarito López Herrera, Virgilio Miguel Guillermo, Walter Ramos y otros), actualmente sólo hay uno: Absalón López Casiano.

Se hizo rezador casi sin darse cuenta. Creció observando y escuchando a su padre Margarito López Herrera entonar los responsos en latín, pero no sentía que tuviera talento para ese oficio. Fue a partir de la muerte de su tío Domingo López Mendoza, don "Chumi" -- rezador  en latín  y persona notable que hizo labor religiosa en el vecino pueblo de Shagapay --, cuando afloró la vocación que tenía dormida; de él heredó un cuaderno manuscrito y un antiguo libro  de oraciones católicas para difuntos. Allí comenzó su relación con los responsos y los velorios. "Leyendo los escritos, los responsos, me nació la afición", recuerda el rezador de Gochachilca.





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