viernes, 22 de mayo de 2020



EL «PISHTACO»

En las alturas de Antaquero (Huacrachuco, Marañón, Huánuco) se halla la maravilla pétrea conocida como «Pishtaco», que semeja una cabeza labrada por la naturaleza, sobresaliendo de un peñasco como si estuviera a punto de ser cortada para caer al precipicio.
La palabra «pishtaco» deriva de «pishtaq» (degollador, el que corta), término quechua que a su vez viene de «pishtay» (degollar, decapitar, cortar).

¿Qué es el pishtaco?

En la región andina el «pishtaco» es un personaje protagonista de historias escalofriantes, de asesinatos nocturnos, un temible hombre que se desplaza a caballo por caminos solitarios y degüella a sus víctimas para obtener la grasa humana que luego comercializa. 
Los «pishtacos» tienen su origen en la tradición quechua, donde se da cuenta que los antiguos peruanos practicaban los sacrificios humanos, considerándose la sangre y la grasa humana como elementos vivificantes; su significado degenera en el tiempo de la conquista cuando los españoles curaban sus heridas con la grasa de los aborígenes muertos, al punto de infundir miedo en la población; y en la época republicana, hasta hace muy poco, el vocablo «pishtaco» se usó para designar al matón que comercializa grasa humana, al bandolero o asaltante de caminos, al sicario, al asesino contratado.

La leyenda

Los «pishtacos» ya no existen, pero han quedado como leyenda en el imaginario popular de los peruanos. 
En el siglo pasado, abundaban los testimonios de personas que afirmaban haber visto al «pishtaco» degollar a su víctima y luego trasladarlo a una cueva o lugar secreto donde lo colgaba como carne de un animal, colocaba una paila debajo y prendía velas tipo cirio que con su calor hacía caer la grasa humana.
Alejandro Vivanco Guerra, el gran quenista, investigador y folklorista ayacuchano, en su libro «Cien temas del folklore peruano» (1988) escribió lo siguiente:
«Es creencia tradicional que los fundidores de campanas de las iglesias tuvieron antaño, necesidad de una buena porción de grasa humana, a fin de lograr gran sonoridad. Y para ello tenían como especie de 'agentes' buscadores de grasa humana a los 'pishtacos'.
«Según la tradición, el 'Nakaq' o 'Pishtaco' anda siempre solo y se esconde cuando aparecen dos o tres personas. Se le pinta como un hombre fornido, alto, de ojos azules, barbudo.
«Algunos afirman que el 'pishtaco' posee poderes hipnóticos en su mirada, como el zorro, y que otras veces simula amistad e invita carne asada y chicharrón para adormecer a sus víctimas.
«A la única persona que respeta es al Conductor del Correo del Estado que en la sierra, generalmente, se moviliza con acémilas, llevando cartas y encomiendas».


Fotografías: Antaquero Marañón Huánuco (Facebook)

No hay comentarios:

Publicar un comentario