KUSH: LA METÁFORA SOBRE EL LIENZO
Un cuadro puede hacernos viajar por mundos fantásticos, donde no hay lugar para lo imposible, porque cada figura está anclada en la realidad. ¿Es esto posible?. ¡Sí!. Hay un artista plástico de excelso numen que plasma metáforas sobre el lienzo.
Ese es el caso de Vladimir Kush (Rusia, 1965), un pintor surrealista contemporáneo que ha logrado la conexión perfecta del mundo de la fantasía con la realidad, poniendo los episodios, los objetos, los escenarios y los tiempos en una perspectiva que desafía nuestra interpretación. Combina historia, mitología, filosofía y la naturaleza de las cosas, configurando una obra pictórica que incide en hacer visible lo oculto, en armonizar lo evidente con lo inesperado, en proponer belleza y un mensaje trascendente a través de las figuras, en plantear formas diferentes de ver el mundo. Él mismo denomina su trabajo como «realismo metafórico».
«La metáfora deja la mente abierta para captar la semejanza oculta de las cosas y eventos. Cualquier metáfora tiene su propia historia que contar. La metáfora ‘ve’ a través de los siglos, desvelando las imágenes del mundo y conectando las nociones creadas por la civilización. Al mismo tiempo, la metáfora puede reflejar fácilmente las complejidades de nuestra vida moderna, con su ambigüedad y contradicciones. Mi misión es encontrar un ‘paralelo’ metafórico para cada lado de la vida real».
Kush comenzó a dibujar y pintar a los 3 años, acompañado por su padre. A los 7 ingresó a la escuela de arte y a los 17 estuvo en el Instituto de Arte de Moscú. Rápidamente pasó de la pintura elemental a una propuesta personal de vanguardia, cuyas primeras muestras aparecerían en los pósters de propaganda que creó en su temporada de servicio en el ejército ruso.
Ya graduado en Bellas Artes, Kush se ganaba la vida como un modesto retratista, sin sospechar siquiera que años después el mundo lo reconocería como genio. El camino al éxito se inició en 1990, en Coburg, Alemania, donde casi todas sus pinturas se vendieron; con el dinero ganado se fue a Los Ángeles y se dedicó a pintar retratos en los muelles, hasta que pudo llegar a Hawaii, el lugar de sus sueños. En 1993, un viajero de Francia se dio cuenta del inmenso valor de su original trabajo y lo llevó a exponer en Hong Kong, obteniendo éxito rotundo. En adelante, continuó cosechando elogios y premios; sus «pinturas para pensar» lo hicieron cada vez más famoso, siendo considerado uno de los pintores más importantes de la actualidad. Fruto de su trabajo son también las cuatro galerías de arte que tiene en Estados Unidos.
Hay un lenguaje poético sobre el lienzo. Cada cuadro de Kush origina en el espectador el viaje a través de mundos paralelos, contrastes emocionales, en fin, pensamientos en diversas direcciones. Pero siempre, entre las figuras increíblemente asociadas, se desprenderá por lo menos un mensaje claro; allí radica otro aspecto esencial de la genialidad de este artista ruso.
Ese es el caso de Vladimir Kush (Rusia, 1965), un pintor surrealista contemporáneo que ha logrado la conexión perfecta del mundo de la fantasía con la realidad, poniendo los episodios, los objetos, los escenarios y los tiempos en una perspectiva que desafía nuestra interpretación. Combina historia, mitología, filosofía y la naturaleza de las cosas, configurando una obra pictórica que incide en hacer visible lo oculto, en armonizar lo evidente con lo inesperado, en proponer belleza y un mensaje trascendente a través de las figuras, en plantear formas diferentes de ver el mundo. Él mismo denomina su trabajo como «realismo metafórico».
«La metáfora deja la mente abierta para captar la semejanza oculta de las cosas y eventos. Cualquier metáfora tiene su propia historia que contar. La metáfora ‘ve’ a través de los siglos, desvelando las imágenes del mundo y conectando las nociones creadas por la civilización. Al mismo tiempo, la metáfora puede reflejar fácilmente las complejidades de nuestra vida moderna, con su ambigüedad y contradicciones. Mi misión es encontrar un ‘paralelo’ metafórico para cada lado de la vida real».
Kush comenzó a dibujar y pintar a los 3 años, acompañado por su padre. A los 7 ingresó a la escuela de arte y a los 17 estuvo en el Instituto de Arte de Moscú. Rápidamente pasó de la pintura elemental a una propuesta personal de vanguardia, cuyas primeras muestras aparecerían en los pósters de propaganda que creó en su temporada de servicio en el ejército ruso.
Ya graduado en Bellas Artes, Kush se ganaba la vida como un modesto retratista, sin sospechar siquiera que años después el mundo lo reconocería como genio. El camino al éxito se inició en 1990, en Coburg, Alemania, donde casi todas sus pinturas se vendieron; con el dinero ganado se fue a Los Ángeles y se dedicó a pintar retratos en los muelles, hasta que pudo llegar a Hawaii, el lugar de sus sueños. En 1993, un viajero de Francia se dio cuenta del inmenso valor de su original trabajo y lo llevó a exponer en Hong Kong, obteniendo éxito rotundo. En adelante, continuó cosechando elogios y premios; sus «pinturas para pensar» lo hicieron cada vez más famoso, siendo considerado uno de los pintores más importantes de la actualidad. Fruto de su trabajo son también las cuatro galerías de arte que tiene en Estados Unidos.
Hay un lenguaje poético sobre el lienzo. Cada cuadro de Kush origina en el espectador el viaje a través de mundos paralelos, contrastes emocionales, en fin, pensamientos en diversas direcciones. Pero siempre, entre las figuras increíblemente asociadas, se desprenderá por lo menos un mensaje claro; allí radica otro aspecto esencial de la genialidad de este artista ruso.
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