viernes, 18 de enero de 2013

TEMPRANA ILUSIÓN

Y estabas allí, agazapada,
temblando de timidez,
jugando a la enamorada.

Al verme pasar, alguien reía contigo
detràs de los magueys y las yerba santas.
Fràgil y graciosa, eras una mariposilla,
pero con tus doce años no existías para mí.
 
Desde la altura de mis diecisiete años,
alguna vez te vi aparecer entre las flores
cantando en feliz entrega al viento.
Lamenté no tener tu edad
para corretear contigo en plena libertad
y te adoré en silencio,
llevándome tu voz por todo el valle.
Eras muy niña, tan verdecita,
con la belleza asomando
en tu delgadez de maíz tierno.

En tres esquilas subiste al grado de mujer,
en seis estabas aquí y allá,
titilante cual luciérnaga,
ilusionando a galantes solteros.

Detenido en la cuesta de mi vida
te observé encantado en la iglesia
donde otra dama me tomó por esposo.
Y en un minuto matinal de domingo
te volví a mirar sin que me vieras,
lejano, extraño, pálido,
como una palabra entre comas,
el día que te casaste:
sentí el abandono de la precoz enamorada.


Comenzaba a abrirse tu hoja bandera
y yo estuve allí,
en otros minutos intensos,
bajo la lluvia de arroz y pétalos,
recibiendo tu risa, tus manos, tu abrazo,
tu amistad sin mancha.

Llegaste a mí en aparición temprana
y desde entonces brillas en mi cielo.
Qué suerte, mi menor, que existas.

jueves, 10 de enero de 2013


HETAIRA


Por el filo de los caminos
van tus años juntos
dejando rastros de olvido.
Mujer de ósculos breves
y ternura sumisa a media luz.
¿Cuándo te perdiste en el bosque?
¿Por qué prefieres cruzar a nado los ríos?
O debiera preguntar:
¿Por qué dejas que tantos hombres
incendien tus praderas, anulando tu valía?
¿Por qué elegiste la ruta de los volcanes
para escapar de los temblores de tu vida?
¿Por qué estás en el último puerto, bella,
si ni siquiera has cumplido veinticinco?

 
Cuando tus ojos descansan,
¿hacia dónde lleva la marea tu barca?
¿Son tus viajes agrietados por los recuerdos?
Dormida o despierta,
ellos, los incendiarios con ridículas caretas,
¿siempre están allí?.¡Terrible omnipresencia!
¡Cuántos te buscaron!¡Qué pocos te hallaron!
Vino el mozuelo salido de un iglú
y lo besaste como a un príncipe hindú.
Varones sin nombre quisieron sitiarte
más allá de tus fronteras,
sólo conquistaron el sexo de la hembra.
Tus gobernantes electos
te amaron en la cama que no era suya,
llenando tus pedidos huyeron para siempre.
 

Eres amante nómade,
adelantada rival de encantos femeniles,
bandera ajada en cada batalla de seducción.
Llamaradas de suerte te alegran,
te tocan ases y reyes en el póquer del amor,
al final de la noche nunca te vas vencedora.
Ni las lágrimas derramadas en el horizonte
ni tu ingenio para ocultarte en prendas y lugares,
pueden partir tu realidad y desaparecer una mitad.
Continúas existiendo con enana importancia.
Siendo la cruz en tantas esquinas,
nadie se acerca para rescatarte,
nadie para adorarte lejos del presente,
con todo tu universo.
 

¿Hasta cuándo secreta hetaira
estarás huyendo del salón con los recién llegados?
Un vecino te ve parada
en medio de todas las puertas,
guarda el dolor en su lado izquierdo, igual que tú,
el ocasional espía no ha dicho una palabra.
Los niños se fragmentarían por dentro,
con la pena recorriendo todos sus momentos,
si supieran que su flor más bella
se halla entre espinas.
¿Cuándo volverá a casa la dignidad
que vendiste a tu vida paralela?
Ya es tiempo amiga, hermana, hija, madre,
de recoger tu desnudez y ser libre.
Olvida los pestañeos y sonrisas de último orden,
no vuelvas la mirada a tu cárcel,
escapa cual pez de milenaria laguna.


Un atajo tomado entre dos luces
puede conducir a un camino nuevo.
Si avanzas con el orgullo levantado
algún amigo firmará la paz contigo,
y una tarde el arco iris se pondrá
sobre ustedes con los niños en el parque.


Dos mujeres en el lienzo: La pieza de ajedrez, del canadiense Víctor
Ostrovsky; y 
Secreto, óleo de la polaca Elzbieta Brozek.
 

viernes, 4 de enero de 2013

EL PENÚLTIMO BESO




Se fue, primorosa y pura, sin gesto,
sin ayer.
La seguiré sin contar los cuadrados
bajo mis plantas.
Con el pecho hueco
pero el fuego en los músculos,
burlando a mendaces arlequines
iré tomando los caminos por delante.

Geranios y margaritas capturaré
en la marcha de rescatados pinceles.
Las flores para mi amada
serán al óleo, de textura iridiscente,
unidas a destiempo en un rectángulo viajero.
Aparecerán  sin anuncio,
sólo en lugares donde el lienzo
grite su presencia.

Desafíos me arrostrarán
pero las cuchillas
no rebanarán el marfil en el elefante.
Ni me herirán los hierros y astillas
durante los combates contra mi propio destino.

A galope de ataviado corcel
buscaré sus huellas eternas.
Convertido en guerrero de la esperanza
avanzaré
sin otro escudo que mi amor perdido.

Arremetiendo la canoa Machiguenga
entre remolinos del torrente,
escalando contrafuertes por su abismo,
arrinconando a las quebradas,
clavando mi marca en mil dunas,
abriendo y cerrando todos los refugios,
entrando y huyendo de casas gigantes,
iré persiguiendo el núbil aroma que rehúye.

Y un día, en el minuto aislado,
estaré parado frente a mi deseo,
con mi armadura sólo tocada por las zarzas,
en pos de un penúltimo beso,
una palabra blanda, una sonrisa larga,
una mirada rosa.



Margaritas y geranios, de María Gloria Quiles Pardo