MARÍA EMILIA, «LA MUCHACHA MALA» EN ARGENTINA
Cuarta edición de En la mitad del camino recorrido.Editorial Todos Leemos, Buenos Aires-Argentina.2018, 98 pp. |
A mediados de este año se publicó por primera vez en Argentina, mediante la editorial Todos Leemos, el poemario «En la mitad del camino recorrido» de María Emilia Cornejo (1949 -1972), figura de la generación del 70. La publicación, ciertamente, viene a revalorar una vez más la voz inmortal de la poetisa que irrumpió con bandera blanca en las letras peruanas, reclamando para la mujer un espacio digno al costado de sus pares hombres; su espontáneo canto de libertad, nutrido a la vez de pureza, gracia y sensualidad, removió los cimientos de la conservadora sociedad limeña y contribuyó a la igualdad de género en el país.
María Emilia poseía una voz diferente, contestataria, aquella capaz de enfrentarse a la cucufatería, al machismo y a la hipocresía de la época. Hacía falta que alguien alzara la voz y la historia determinó que le tocara a ella hacerlo. Es considerada la creadora de la poesía erótica en el Perú y referente importante de la poesía femenina latinoamericana, que hoy tiene muchas vertientes.
Se fue hace 46 años. Una pena que muriera tan joven. A los 23 años, en setiembre de 1972, decidió irse del mundo físico, vía la sobredosis de pastillas. Atravesaba una situación psicológica muy difícil: su deseo de ser madre se había roto en pedacitos; se cuenta que la pérdida de su bebé, a los tres meses de embarazo, habría agudizado el cuadro de depresión crónica que sufría.
Hasta el momento de su muerte, ella era sólo una estudiante de literatura que estaba en proceso de maduración poética. De 1970 a 1972, participó del taller de poesía que dictaban en San Marcos los poetas Hildebrando Pérez y Marco Martos, siendo una estudiante irregular. Sus versos, que años más tarde se supo tuvieron su primer registro en cuadernos íntimos, sólo eran conocidos por sus amigos más cercanos; algo de esa producción literaria, sin duda, llegó al taller.
De aquellos días de aprendizaje son los datos biográficos que ella misma escribió y dejó para la posteridad: "Nací en Lima hace 21 años. Vivo en Lima y cuando salgo siempre vuelvo a ella. Escribo desde temprana edad, con breves y largas interrupciones. A mi estancia en tierras mexicanas debo el haber empezado a escribir más o menos disciplinadamente. Actualmente trabajo y trato de estudiar un poco en la universidad, aunque sé que terminaré siendo siempre autodidacta" (Plaqueta literaria Gesta N-2, Octubre de 1970, Centro de Estudiantes de Literatura, UNMSM).
Lo primero que se conoció de María Emilia Cornejo fueron tres poemas póstumos, publicados por Isaac Rupay en el único número de la revista Eros, en agosto de 1973: «Soy la muchacha mala de la historia», «Como tú lo estableciste» y «Tímida y avergonzada». Después se supo que estos poemas fueron armados sobre versos sueltos de MEC por José Rosas Ribeyro y Elqui Burgos, alentados por el poeta Hildebrando Pérez Grande, quien les entregó los originales que tenía de su fallecida alumna; era una forma de homenajearla.
Su voz debía ser rescatada, porque tenía demasiado valor para ser ignorada. El propio Rosas Ribeyro, quien rompió su silencio en el año 2007, no le resta mérito a la autora primigenia: «La verdad sobre su origen, dicha con el respeto que merece una mujer que asumió con coraje su naufragio existencial, le confiere [a los poemas] mayor complejidad y riqueza». Con el paso del tiempo, los tres poemas emblemáticos hicieron famosa a la poetisa.
«Los poemas de María Emilia han crecido desde entonces ante los lectores y seguirán creciendo más sin duda alguna: es más, creo que alcanzarán alturas insospechadas al margen de las acertadas propuestas o enmiendas que en ese entonces José y Elqui le alcanzaron a la muchacha mala de la historia. El tiempo ha legitimado su autoría. En el imaginario y en el paisaje de la poesía escrita por mujeres en el Perú, siempre estarán fundidos aquellos poemas con la imagen de aquella joven que, una tarde sin nombre, ingresara al Taller de Poesía de San Marcos envuelta en el humo azabache de su cabellera nocturna» [Hildebrando Pérez, Revista Intermezzo tropical 5, Lima, 2007, pp. 124-127].
Primera edición, 1989. |
«En los pocos poemas que logró escribir, dio un vuelco a la poesía peruana escrita por mujeres", afirma el poeta Marco Martos, quien revisó los originales para la impresión del libro.
«[MEC] logró darle un nuevo giro a la poética de la década anterior, siendo la primera en poetizar la sexualidad femenina y de testimoniar, con crudo realismo, los desgarramientos de una mujer que pertenece a una generación de ruptura. Con su palabra, abrió el camino para que otras mujeres podamos expresarnos con más libertad, con menos culpa» (Presentación escrita por Mariella Sala, del Centro Flora Tristán, Primera edición del libro, 1989, p.8 ).
Sorprende la expresión desinhibida, la fuerza y finura de una voz salida de lo más profundo del ser: una poesía de tipo íntimo, lo que se suele llamar personal o confesional. Fascina el erotismo genuino que, una vez liberado del mundo interno de la escritora, parece expandirse por los espacios cotidianos de la ciudad, tocando entre líneas la hipocresía social.
María Emilia Cornejo es, qué duda cabe, un personaje complejo: «la muchacha mala de la historia», la joven tierna y sensual, desenvuelta y provocadora, pero también la mujer desgarrada por sus conflictos internos, con ansias de exteriorizar su soledad y sus miedos, de ser escuchada y comprendida.
A continuación sus versos:
I
Hubiéramos querido tener en nuestras manos
la eternidad de nuestras vidas
pero sólo nos era permitido
ocupar el cuarto por tres horas.
La vieja cama rechinó hiriendo nuestros oídos,
para entonces ya nada importaba.
con las precauciones del caso
cara-a-cara
intentamos recuperar nuestro destino
y nos amamos desesperadamente.
yo
todavía conservo
una mata de tu pelo entre mis piernas.
TÍMIDA Y AVERGONZADA
tímida y avergonzada
dejé que quitaras lentamente mis vestidos,
desnuda
sin saber qué hacer y muerta de frío
me acomodé entre tus piernas
¿es la primera vez?
preguntaste,
sólo pude llorar.
oí que me decías que todo iba a salir bien
que no me preocupara,
yo recordaba las largas discusiones de mis padres,
el desesperado llanto de mi madre
y su voz diciéndome:
«nunca confíes en los hombres».
Comprendiste mi dolor
y con infinita ternura
cubriste mi cuerpo con tu cuerpo,
tienes que abrir las piernas, murmuraste,
y yo me sentí torpe y desolada.
COMO TÚ LO ESTABLECISTE
sola,
descubro que mi vida transcurrió perfectamente
como tú lo estableciste.
ahora
cuando la sensación de algo inacabado,
inacabado y ajeno
invade de escrúpulos mis buenas intenciones,
sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia,
puedo pensar
que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida
perdidas
en aprendizajes extraños
sobre pesas y medidas,
colores
y
sabores
y
en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas
a las que asisto puntualmente;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.
SOY LA MUCHACHA MALA DE LA HISTORIA
soy
la muchacha mala de la historia,
la que fornicó con tres hombres
y le sacó cuernos a su marido.
soy la mujer
que lo engañó cotidianamente
por un miserable plato de lentejas,
la que le quitó lentamente su ropaje de bondad
hasta convertirlo en una piedra
negra y estéril,
soy la mujer que lo castró
con infinitos gestos de ternura
y gemidos falsos en la cama.
soy
la muchacha mala de la historia.
No leí el libro sino hasta varios años después. Me sorprendió la forma descarnada de exponer su propio erotismo, yendo a contracorriente de la hipocresía social que reprobaba; descubrí a la muchacha tierna y rebelde que halló en la literatura una vía para comunicar su visión crítica del mundo, su amor y romance encorsetados, su grito de libertad desde la intimidad.
I
Hubiéramos querido tener en nuestras manos
la eternidad de nuestras vidas
pero sólo nos era permitido
ocupar el cuarto por tres horas.
La vieja cama rechinó hiriendo nuestros oídos,
para entonces ya nada importaba.
con las precauciones del caso
cara-a-cara
intentamos recuperar nuestro destino
y nos amamos desesperadamente.
yo
todavía conservo
una mata de tu pelo entre mis piernas.
TÍMIDA Y AVERGONZADA
tímida y avergonzada
dejé que quitaras lentamente mis vestidos,
desnuda
sin saber qué hacer y muerta de frío
me acomodé entre tus piernas
¿es la primera vez?
preguntaste,
sólo pude llorar.
oí que me decías que todo iba a salir bien
que no me preocupara,
yo recordaba las largas discusiones de mis padres,
el desesperado llanto de mi madre
y su voz diciéndome:
«nunca confíes en los hombres».
Comprendiste mi dolor
y con infinita ternura
cubriste mi cuerpo con tu cuerpo,
tienes que abrir las piernas, murmuraste,
y yo me sentí torpe y desolada.
COMO TÚ LO ESTABLECISTE
sola,
descubro que mi vida transcurrió perfectamente
como tú lo estableciste.
ahora
cuando la sensación de algo inacabado,
inacabado y ajeno
invade de escrúpulos mis buenas intenciones,
sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia,
puedo pensar
que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida
perdidas
en aprendizajes extraños
sobre pesas y medidas,
colores
y
sabores
y
en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas
a las que asisto puntualmente;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.
SOY LA MUCHACHA MALA DE LA HISTORIA
soy
la muchacha mala de la historia,
la que fornicó con tres hombres
y le sacó cuernos a su marido.
soy la mujer
que lo engañó cotidianamente
por un miserable plato de lentejas,
la que le quitó lentamente su ropaje de bondad
hasta convertirlo en una piedra
negra y estéril,
soy la mujer que lo castró
con infinitos gestos de ternura
y gemidos falsos en la cama.
soy
la muchacha mala de la historia.
NOTA DEL AUTOR: La primera vez que escuché hablar de Marìa Emilia Cornejo fue en el patio de la Facultad de Letras de la UNMSM, a finales de 1989. Algo sonrojadas, un grupo de chicas de Literatura leían juntas los versos atrevidos, «eróticos», de una sanmarquina; hacían muecas y sonreían, se miraban, releían líneas y no paraban de hojear un ejemplar de «En la mitad del camino recorrido», libro póstumo de la poetisa.
No leí el libro sino hasta varios años después. Me sorprendió la forma descarnada de exponer su propio erotismo, yendo a contracorriente de la hipocresía social que reprobaba; descubrí a la muchacha tierna y rebelde que halló en la literatura una vía para comunicar su visión crítica del mundo, su amor y romance encorsetados, su grito de libertad desde la intimidad.
Se considera a MEC la voz de la generación del 70, junto a Carmen Ollé (Noches de adrenalina, 1981), y Sonia Luz Carrillo; también la precursora de la generación de poetisas del 80 como Rocío Silva Santisteban, Mariela Dreyfus, Giovanna Pollarolo y Doris Moromisato.