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sábado, 14 de noviembre de 2015

EL USHNU DE HUANCHAY

Un templo preinca de culto al agua

Delante del ushnu se halla el pueblo de Huanchay.
El ushnu de Huanchay (Huacrachuco, Marañón, Huánuco) fue construido en la parte central de su territorio, teniendo delante la plaza principal y una posición estratégica respecto a la salida del sol. Por los marcados desniveles del terreno y los restos de pircas rudimentarias, se puede inferir que por lo menos tuvo cuatro plataformas circulares, superpuestas y concéntricas que le daban el aspecto de una construcción piramidal, cuyo acceso a la parte superior era por una escalinata.

Fue un sitio sagrado donde se oraba y ofrendaban líquidos a los dioses con atributos de control de la lluvia (Libiac, señor del rayo reluciente) y la fertilidad (Pachamama), ya que de su intervención dependía que tuvieran una buena producción agrícola. Al ushnu acudían los habitantes de lugares aledaños y también peregrinos de tierras lejanas, en una jornada marcada por el fervor religioso y la solemnidad de los rituales; el acto público era simbólicamente una forma de acercarse a la fuente de vida: el agua. El mismo nombre del lugar, huanchay, que significa «el que llega de lo sagrado» o «llega el agua sagrada» [1], habría originado una fuerza de fe muy grande.
   
Cabeza clava del ushnu de Huanchay. Nótese las lágrimas en este rostro tallado
en piedra. Podría ser el precedente de las cabezas clavas de Tinyash (Pinra,
Huacaybamba, Huánuco), donde el rostro es liso, la nariz prominente y las lágrimas 
aparecen sólo dibujadas; también la forma más primaria de las estilizadas cabezas 
clavasde Chavín (Huari, Ancash). Fue hallado por el patacino Walter Ramos Correa.
Las pircas hechas con piedras toscamente labradas y unidas con argamasa de barro , así como los hallazgos de fuentes-paqcha de piedra, un huaquito que representa a un guerrero wacrachuco, las cabezas clavas --rostros con lágrimas, que guardan relación con las cabezas clavas de Tinyash (Pinra, Huacaybamba, Huánuco) y por extensión con las de Chavín (Huari, Ancash), notablemente más estilizadas--, y diversos utensilios de confección primaria, nos indican que en Huanchay hubo un templo preinca muy importante.

Allí residía un sacerdote sabio conocido como yachaq (el que sabe), quien dirigía las ceremonias de culto al agua y a los dioses tutelares, función que pudo recaer en el curaca local; como no podía ser de otra forma, se le consideraba hijo del rayo, un elegido, una persona tocada por el dios Libiac para ser guía religioso del pueblo; con el transcurrir del tiempo su prestigio fue aumentando y llegó a reconocérsele habilidades de adivino -- sobre todo por su capacidad para predecir el clima-- y, tiempo después, de maestro curandero o chaman; con la imposición de la religión cristiana, en la época colonial, el yachaq pasó a ser llamado despectivamente brujo, aunque la gente aborigen continuó respetando su conocimiento.

Al igual que el sacerdote, en la antigüedad, un curaca de las zonas altoandinas de Huánuco también era considerado hijo del rayo, un ser escogido por Libiac para ser jefe de los ayllus y conducir los destinos de su pueblo; como máxima autoridad local, gozaba de gran respeto y prestigio. «El rayo ha tenido desde tiempos antiguos un significado que lo relaciona con el conocimiento. Es así como, las personas relacionadas con él, pueden convertirse en chamanes en el mundo andino. Los hijos del rayo, es decir, los gemelos (o curis) y los nacidos con lunares o manchas, tienen un carácter sagrado (...) Asimismo, las personas ‘tocadas por el rayo’, aquellas a las que les ha caído un rayo y han sobrevivido, son consideradas como elegidas por la divinidad, y no tan solo pueden convertirse en chamanes o maestros curanderos, sino que además gozan de un gran prestigio», sostiene la historiadora y arqueóloga española Ariadna Baulenas i Pubill [2].

Refuerzan tal aseveración los dos lunares que se aprecian en el ídolo denominado Curaca de Huanchay, valiosa pieza arqueológica esculpida en piedra blanca que muestra el rostro de la autoridad local. Además de las marcas divinas, este vestigio lítico descubierto hace dos años en el mismo ushnu, nos proporciona información sobre el carácter dominante del jefe de ayllus, la importancia que tuvo y la etnia a la que pertenecía. El tocado, en particular, lo relaciona con los wacrachucos, antiguos habitantes de la región del Marañón, ya que semeja una bolsa cuyas puntas le dan la apariencia de un sombrero con cuernos («wakra», cuerno; y «chucu», sombrero); tal apreciación coincide con lo que menciona el profesor Melanio Rojas Villaorduña, en «Huacrachuco, su historia y sus costumbres»: « los wacrachucos usaban como sombreros unos gorros tejidos de paja pita o cabuya en forma de una pequeña bolsa o red amarrada en la parte superior, lo que le daba el aspecto de un cuerno» [3].

Cabe referir que Libiac fue la principal deidad de los yarowilcas, quienes se llamaban a sí mismos descendientes del rayo y consideraban que de ese origen divino emanaba su conocimiento para el dominio de las técnicas agropecuarias, la organización social, la arquitectura y el arte de la guerra. Según el cronista Guaman Poma de Ayala, la etnia yarowilca llegó a ser la más importante y poderosa entre todas las naciones que habitaron en el antiguo territorio de Huánuco; conformó con los wacrachucos y otros pueblos vecinos el Imperio Yarowilca. 
Fuente-paqcha desenterrada en Huanchay. Era un utensilio que se usaba en los ritos
ceremoniales de culto al agua; se colocaba en la parte superior del ushnu para
empozar el agua de lluvia destinada a fertilizar a la Pachamama. Obsérvese
que el recipiente de piedra tiene la forma de un estanque natural con su canal,
ni más ni menos que la diminuta representación en piedra de una
laguna andina con la naciente del río.
La práctica religiosa en todos los ushnus de la serranía se modificó en el incanato; en el de Huanchay también se produjeron variaciones. Al ser sometidos los wacrachucos, los incas impusieron el culto al dios Inti (Sol), a la diosa Quilla (Luna), a Wiracocha (creador del mundo) y a los hijos del Sol, pero no pudieron relegar a un segundo plano al dios Libiac, produciéndose una simbiosis socio-religiosa que permitió incorporar la figura de Illapa, dios inca de la lluvia, y mantener el ancestral culto al agua y a la Pachamama.

Diseñado para filtrar las ofrendas líquidas, contaba el ushnu con un sistema de drenaje para el agua de las lluvias que llenaban el pozo y las fuentes-paccha que había en la plataforma superior. El agua se secaba, literalmente desaparecía, porque había en la estructura del ushnu una abertura de entrada y otra de salida. Tan cierto es esto que el poblador huanchaysino Eber Herrera Medina, quien vive en la parte baja del ushnu, nos cuenta: «Detrás de mi casa hay un sitio donde el agua desaparece, entra y entra, es como un hueco, lo he tenido que tapar y desviar el agua por otro lado». Al parecer el conducto de salida para el agua que se filtra del ushnu está obstruido, porque en el sector que corresponde a la plataforma inferior el suelo es muy húmedo.

A pesar del crecimiento urbano que ha afectado parte de su estructura, el ushnu mantiene su prestancia de lugar sagrado y encierra muchos misterios por descubrir aún. Su importancia no ha mermado; delante de él, en los terrenos que donara generosamente doña Toribia Pantoja Rivera, se halla actualmente el pueblo de Huanchay.


Curaca de Huanchay


Se ha denominado así a un ídolo de piedra que muestra el rostro de una autoridad local preinca o del jefe de los ayllus que antiguamente habitaron la región de Huanchay. La talla artística permite apreciar la dentadura completa, ojos profundos, nariz clásica cubierta al parecer con una láminilla que viene de la frente y dos lunares: las señales divinas del elegido o las marcas sagradas que identifican al curaca representado como hijo del rayo.
Rostro del jefe de los ayllus, con las señales del elegido:
los lunares que lo distinguen como hijo del rayo.
Aunque su acabado es rudimentario, resaltan la expresión dominante del rostro, las orejeras y el tocado que no era sino una bolsa cuyas puntas le daban el aspecto de un sombrero con cuernos, lo cual lo relaciona con los wacrachucos, habitantes que en la antigüedad ocuparon las actuales provincias huanuqueñas de Marañón y Huacaybamba.

Este vestigio arqueológico, que tiene un peso aproximado de 30 kilos, habría sido enterrado para evitar que fuera destruido por los españoles en la época de la extirpación de idolatrías. Fue hallado en el 2013 por el poblador huanchaysino Éber Herrera Medina; sin duda, se trata de una escultura de enorme valor cultural e histórico que nos habla de la importancia que tuvo en el pasado Huanchay.


Piezas arqueológicas halladas en el ushnu. En cantaritos como el de la foto se hacían las ofrendas líquidas. 
Huaco de guerrero wacrachuco. Nos indica
que el territorio huanchaysino  no sólo recibió
influencia sino que formó parte de los dominios
de los feroces wacrachucos. Este diminuto
ceramio es de color negro, que
representa el poder, la fortaleza,
el prestigio y el misterio.


 
 

Según la leyenda, en la época de luna nueva se ilumina este lugar y aparece
una puerta celestial en forma de arco, la misma que se abre
permitiendo ver una especie de túnel que va al interior del ushnu.

Puerta del ushnu













¿Qué era un ushnu? 


Era un lugar sagrado, de estructura piramidal trunca y escalonada, por lo general un adoratorio donde se realizaban rituales de culto al agua y a los dioses relacionados con el clima, la producción agrícola y la fertilidad; entre las deidades principales estaban Pachamama (Madre Tierra) y Libiac (poderoso dios de la lluvia, el rayo, el relámpago y el trueno). Según Augusto Cardich, Libiac era una divinidad muy respetada y temida por los pueblos del centro andino peruano, «ordinariamente considerada un jirca o awkillu (espíritu de la montaña o la deidad que mora en ella)».
En Catequil se rendía culto al agua. La estructura destinada
a las ofrendas líquidas tenía contenedores y canales.
El culto al agua y la veneración a Libiac -- conocido con los nombres de Pariacaca, mítico dios andino del agua y de las lluvias; Tunupa, dios del rayo en la cultura Tiahuanaco; Guari, divinidad de Chavín con poderes para llenar de agua las acequias; Catequil, deidad del rayo en las culturas Caxamarca y Wamachuco; y después también como Chuquilla, Catuilla o Illapa, dios de la lluvia y del clima en la cultura Inca-- se remontan a tiempos ancestrales. El agua era de vital importancia para los antiguos peruanos y de su escasez o abundancia dependía la producción agrícola que les permitía subsistir, por ello le rendían culto en ceremonias consideradas de las más importantes dentro de su práctica religiosa.
«Fue general en el antiguo Perú este culto al agua, estos ritos de invocación del precioso líquido fertilizante», asevera la Dra. Rebeca Carrión Cachot en su libro «El culto al agua en el antiguo Perú» (1955), un amplio estudio en el que revela el uso ritual de las fuentes-paqchas (vasijas de cerámica o piedra, hechas para las ofrendas líquidas) desde los albores de las culturas preincaicas. En el mismo sentido, el arqueólogo Luis Rodolfo Monteverde Sotil, quien ha realizado minuciosos estudios sobre los ushnus, señala: «se podría decir que el antecedente del ushnu como estructura arquitectónica compleja estaría en las pequeñas paqchas de cerámica, madera o piedra, presentes en las diversas culturas preincas. Como las paqchas, los ushnus tenían una entrada y una salida para el agua que se ofrendaba» [4].

Pozo para ofrendas líquidas, en Aypate (sierra de Piura).
Los ushnus constituían la base de un sistema religioso complejo que permitía el desarrollo de la vida comunitaria en armonía con las fuerzas de la naturaleza y los dioses. Mediante las ceremonias rituales se lograba la unión del Hanan Pacha (el cielo o mundo de arriba), el Kay Pacha (este mundo) y el Ucu Pacha (subterráneo o mundo de los muertos y espíritus). Esta conexión mágica ocurría en la plataforma superior del ushnu, allí había un contenedor, fuentes-paqcha o pequeños pozos construidos de piedra y barro, donde se vertían las ofrendas líquidas (chicha o sangre de animales).

Eran sitios establecidos donde se oraba y realizaban ofrendas a los dioses para que enviaran el agua a la tierra. En la costa podían tener sólo una plataforma (Tambo Colorado, en Pisco, Ica; Incahuasi, en Cañete, Lima), mientras que en la sierra hasta tres o cuatro niveles (Aypate, en Piura; Pumpu, en Junín; y el monumental Vilcashuaman, en Ayacucho). En las zonas altoandinas, precisamente, los ushnus se situaron en colinas estratégicas; fueron la representación cercana de los grandes cerros tutelares, respetados y venerados desde la época de los pueblos originarios, considerados seres sagrados que recibían el agua proveniente del cielo y la administraban en beneficio de los hombres; así, los ushnus cumplirían similar función, claro que siguiendo criterios religiosos de larga maduración y muy arraigados, de allí su diseño como santuario de estructura piramidal, cavidad interior y canales de drenaje.

«La concepción del ushnu como imitación de las montañas y nevados implicaba la adopción de un adecuado diseño que permitiera captar y contener el agua de las lluvias y de las ofrendas líquidas que se vertían en él. Es por ello que presentaban en su interior una cavidad especialmente construida para este propósito» (...) «Las lluvias o las ofrendas líquidas, venidas del mundo de arriba, se depositaban en el interior de los ushnus (mundo del medio) y eran absorbidas por el sistema de acueductos para así pasar al mundo de abajo y fecundar a la tierra. La construcción de los ushnus, en cada centro administrativo, hizo posible que todo este proceso, explicado oralmente a través de la religión, fuera observable y entendible», explica Monteverde Sotil, refiriéndose a los ushnus incas [5].

Pirámide de la Huanca, en Caral (valle de Supe, Barranca, Lima). Este modelo
lo reprodujeron los incas en la plaza Haucaypata y en Machu Picchu.
Las estructuras piramidales son de larga data. El caso más notable lo encontramos en Caral (3000 a.C.), que cuenta con siete grandes pirámides o ushnus con graderías, destacando entre ellas la Pirámide de la Huanca, llamada así porque está alineada a una huanca larga (piedra sagrada), plantada en el centro de la plaza que se halla delante. Otro ejemplo, más cercano, de ushnu con pocitos o contenedores para las ofrendas líquidas y canales de drenaje, es el templo y oráculo de Catequil (800 d.C.), ubicado en Santiago de Chuco (La Libertad), que «estaba dedicado enteramente al culto al agua», conclusión a la que llegó su descubridor John R. Topic. Ello nos confirma que los ushnus tienen sus raíces históricas en la época preinca, en la que diversas culturas construyeron altares donde se ofrendaban líquidos e inclusive se hacían sacrificios de camélidos u otros animales en honor a los dioses. 

Formidable construcción inca en Vilcashuaman (Ayacucho).
Con el paso del tiempo los ushnus fueron adoptando nuevas funciones y se produjeron algunas modificaciones en su estructura y simbología. En la región andina, bajo influencia y control inca, el ushnu fue conceptuado como un estrado, altar o trono, desde donde el monarca o su representante (podía ser el curaca local) dirigía las ceremonias religiosas y cívicas. Según Felipe Guaman Poma de Ayala,  «usno» es el trono y asiento de los incas en cada huamani (provincia). El cronista indio habría tenido tal concepto, básicamente, por los asientos de piedra o tianas que se colocaban para el inca en la plataforma superior.   

Para José Luis Pino Matos, en la época inca, la idea del ushnu «se fue sofisticando, adoptando el aspecto de plataformas, incluyendo tianas (asientos de piedra) y pozos de ofrenda o cochas con sistemas de drenaje, adquiriendo un carácter más complejo, pero comenzando a conformar un nuevo concepto que quizá con el tiempo pudo haber sido redefinido» [6]. El mismo investigador estima que fueron adquiriendo la función de observatorio astronómico, «al estar simbólicamente amarrados a sus deidades los astros y ser el punto de conexión entre los mundos de abajo (Uku Pacha) y de la superficie que habitaban (Kay Pacha) y demostrando en forma conjunta una ‘teatralidad del poder’, en ceremonias donde el Inka o su representante ocupaba una posición central que conectaba todas las direcciones sagradas»[7].

Ushnu de Aypate (Ayabaca, Piura).
Sin duda, fue en la época inca en que el ushnu es convertido en un eficaz instrumento de dominio y control social, en un importante símbolo de poder político y religioso. Pino Matos afirma categóricamente: «La sociedad inca en su política imperial utilizó muchas ideas desarrolladas por sociedades anteriores a ella, entre las cuales la del ushnu fue empleada como parte de la dominación ideológica en los territorios conquistados, sobre todo en la región del Chinchaysuyu con más monumentalidad»[8].

En opinión de Monteverde Sotil, durante el incanato, el culto al dios del trueno, rayo y relámpago, «sería el resultado de una serie de sincretismos acaecidos en épocas preincaicas relacionados principalmente con las aguas de las lluvias. Precisamente en la Situa, fiesta que buscaba purificar los males producidos con el inicio de las lluvias [mes de setiembre], la imagen de Chuquilla era llevada al Haucaypata, en donde había un ushnu, en el cual se ofrendaba chicha en su honor» [9]. Por descripciones de los cronistas españoles se conoce que en la plaza Haucaypata, ubicada en el centro del Cusco, había una alberca de lajas, en medio de la cual estaba plantada una piedra larga (huanca sagrada), «de la forma y hechura de un pan de azúcar» ( Cieza de León), que «tenía una funda de oro que encajaba en ella y la tapaba toda» (Pedro Pizarro); dicha alberca (pozo, pila o fuente) «tenía un agujero debajo de [la] tierra hasta las casas del sol y el trueno y Hacedor» (Cristóbal de Molina), lo cual da a entender que las ofrendas líquidas llegaban, o al menos eso se creía, por canales subterráneos hasta los templos Coricancha (Inti), Pucamarca (Chuquilla o Illapa) y Quishuarcancha (Wiracocha).

Por su parte, Ariadna Baulenas, abordando el tema de la religiosidad pre y post-inca, advierte que casi no se tiene constancia del culto a las deidades incas, «mientras que sí disponemos de amplia información sobre la veneración a los fenómenos relacionados con la lluvia y sus expresiones como el rayo, el trueno y el relámpago. Estos fueron oficializados dentro de la religión oficial incaica a través de Illapa, figura que apareció fruto del sincretismo entre la religiosidad de varias sociedades preincaicas y la nueva religión imperial» [10].

Ampliando el panorama, nos dice que al término del incanato los cultos oficiales desaparecen y resurge el sustrato religioso preincaico: «Con la imposición de la religión católica, se produce una especie de sincretismo (al que las poblaciones ya estaban acostumbradas, precisamente por las adaptaciones realizadas con la conquista inca) en el que las deidades andinas se reconvierten en figuras católicas. El caso paradigmático es la asociación de la Virgen y la Pachamama, que perdura hasta nuestros días. Viracocha es reconvertido en San Bartolomé y el propio Illapa en Santiago. No ocurre lo mismo con Inti, quien no tiene paralelo en la religión católica»[11].


En verdad, los cultos preincaicos no desaparecieron del todo, porque de alguna forma mantuvieron su vigencia. Durante la colonia y hasta los años ochenta del siglo XX, en los ushnus  huanuqueños se realizaba el «pagapuy» o ceremonia de pago a la tierra, que consistía en llevarle al espíritu del cerro algunas hojas de coca, un cigarro y una copita de chicha de jora o alcohol. Aún hoy en día, los ushnus como el de Huanchay, el de Gochachilca y otros que hay en Huacrachuco (Marañón, Huánuco), inspiran admiración y respeto, porque son el legado de un grandioso pasado milenario.
Ushnu de Gochachilca (Huacrachuco, Marañón, Huánuco), un lugar sagrado que mantiene
su imponente aspecto de pirámide pentaédrica. Tenía cuatro plataformas sobrepuestas y
concéntricas, afirmadas con pircas de contención, y contaba con una escalinata de piedra
que conducía a la parte superior, donde había una piedra larga plantada en medio y
alrededor varios pocitos para el agua de lluvia. La piedra sagrada o huanca habría sido
«de la forma y hechura de un pan de azúcar» (Cieza de León); ello explicaría
por qué cerca del ushnu hay una zona que se llama Pan de Azúcar.

 En la época preinca, en este lugar se realizaban ceremonias de culto al agua , que incluían
las ofrendas líquidas (chicha generalmente) en honor a la Pachamama y a Libiac, dios del rayo
reluciente y de la lluvia, para ser favorecidos con buenas cosechas y aumento del ganado; los
oferentes llevaban a la cima cantaritos, parte de cuyo contenido era vertido en un hoyo que
literalmente succionaba el líquido, esto debido a que el ushnu contaba con un sistema de drenaje.
En la época inca se continuó con las ofrendas líquidas, pero en honor al Sol. Después de la
invasión española y hasta los años setenta u ochenta del siglo XX sólo se realizaba en el lugar
el «pagapuy» o ceremonia de pago a la tierra, que consistía en llevarle al espíritu del cerro
algunas hojas de coca, un cigarro y una copita de chicha de jora o alcohol.

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 [1] Artículo: Acerca del nombre «Huanchay». El Quinto Jinete, 26 Dic. 2014 - http://el-goico.blogspot.com/2014/12/acerca-del-nombre-huanchay.html
[2] Ariadna Baulenas i Pubill (Universidad Autónoma de Barcelona). La divinidad Illapa en el panteon imperial incaico. Investigaciones sociales/ Vol. 16 N°28, pp. 333-341 (2012), UNMSM-IIHS. Lima, Perú.
[3] Melanio Rojas Villaorduña. Huacrachuco, su historia y sus costumbres. Primera edición, p. 31 (2012). MC Gráfica Andina S.A.C. Lima, Perú.
[4] Luis Rodolfo Monteverde Sotil (UNFV, Lima-Perú). Los ushnos en la administración estatal Inca. Boletín Apachita N° 13 (2008). Laboratorio de Arqueología de la Universidad Católica del Ecuador, Quito.
[5] Ibid.
[6] José Luis Pino Matos (UNMSM, Lima-Perú). El ushnu y la organización espacial astronómica en la sierra central del Chinchaysuyu. Revista Estudios Atacameños N° 29, pp. 143-161 (2005). Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo de la Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama, Chile.
[7] Ibid.
[8] Ibid.
[9] Luis Rodolfo Monteverde Sotil (UNFV, Lima-Perú). Los Incas y la fiesta de la Situa. Chungara, Revista de Antropología Chilena. Volumen 43, N° 2, pp. 243-256 (2011). Departamento de Antropología de la Universidad del Norte, Arica, Chile.
[10] Ariadna Baulenas i Pubill (Universidad Autónoma de Barcelona). La divinidad Illapa en el panteon imperial incaico. Investigaciones sociales/ Vol. 16 N°28, pp. 333-341 (2012), UNMSM-IIHS. Lima, Perú.
[11] Ibid.  

viernes, 26 de diciembre de 2014

ACERCA DEL NOMBRE «HUANCHAY»

Cascada de Horcón.
El nombre «Huanchay» proviene de las voces quechua «hua» (parte superior, arriba) y «chay» (de chayay: llegar, arribar), enlazadas por el elemento «-n» (marcador de la tercera persona singular). De tal forma que «huanchay» significa literalmente «el que llega de la parte superior»; más adelante veremos que se alude a la llegada del agua, considerado en el mundo andino como un ser sagrado, con lo cual el significado esencial sería: «agua que llega de lo sagrado» o «llega el agua sagrada».

«Huanchay» pertenece a la misma familia léxica de las palabras «wachay» (parir, dar a luz, procrear, fructificar; también producir, multiplicar) y «hawanchay» (colocar una cosa diferente en la superficie de otra). Las tres derivan de la raíz «hua» y además tienen en común el sufijo de acción verbal «chay».

La partícula «hua» es particularmente muy importante, porque se trata de una raíz-madre de la cual han nacido innumerables palabras en todo el mundo. Su origen, por tanto, es antiquísimo; quizás «hua» haya sido la primera palabra pronunciada por el hombre de la prehistoria, tal como lo postula Alfonso Clauer [1] en «¡Guá!, el insospechado origen del lenguaje» (Lima, 2007); sus primeros significados bien pudieron ser «tierra», «lugar de origen», «lugar de nacimiento», «sitio», etc.
 
Para hallar el significado de «hua» más próximo a nosotros, es preciso analizar los primeros registros del idioma quechua realizados en la época colonial. Tomemos como guía la palabra «hawanchay», considerando previamente los términos «hawa», que significa 'de arriba, afuera', y «hawan», 'arriba, por arriba, encima' [2].
 
En Vocabulario de la lengua general de todo el Perú (1608), de Fray Diego González Holguín, el texto más profuso que se haya escrito acerca del quechua, encontramos: «hahua», sobre, encima; «hahuanpi», arriba de algo; «huaci hahua», encima de la casa; «huaci hahuan», el techo, lo más alto de la casa; y «Huacip huanpi», por encima de casa, o más arriba de casa, o más fuera de la casa.
 
Se deduce que «hahuanpi» y «huanpi» tienen parecido significado, con la diferencia que «huanpi» se refiere a lo que está más arriba, en la parte más alta. Si dividimos en partículas la palabra «huanpi» nos acercaremos al significado literal de «hua» : Hua-n-pi, «en su parte más alta» o «en su parte superior» [3], dado que «pi» equivale a «en» y el elemento «-n» en este caso actúa como sufijo posesivo.
 
Arte y vocabulario de la lengua quichua general de los indios del Perú (1754), de Fray Diego de Torres Rubio, corregido y aumentado por Juan de Figueredo, trae un nuevo significado para «hahuan»: altura. En dicho texto se advierte que «hahua» es una preposición equivalente a sobre y supra; la diferencia es explicada así: «supra, también significa sobre, pero no tocando la cosa inmediatamente, sino por lo alto; y entonces la preposición es hanac». Esto quiere decir que «hahua» y «hanac» ( o «hanan», arriba, alto, parte superior) aluden a lo que está «sobre o encima», pero en niveles distintos; por ejemplo, «hanacpacha»: cielo, lugar alto, el mundo de arriba.
 
Vemos que tanto «hanac» como «huanpi» hacen referencia al espacio o lugar más elevado, y que «hua» significa «parte superior». Sin embargo, estos significados son un tanto ambiguos; particularmente, la raíz «hua» o «wa», tiene un significado más profundo y trascendente.
 
Según la cosmovisión andina, hay dos planos de existencia:
 
a) Ka : La realidad material, visible, cognoscible. En este plano se sitúan el «ukhu pacha» (mundo de adentro), el «kay pacha» (mundo de aquí) y el «hanac pacha» (mundo de arriba).

b) Wa: La realidad inmaterial, invisible, intangible, incognoscible. En este plano está el «hawa pacha» (mundo de afuera), el universo que está más allá de nuestros sentidos [4], el espacio-tiempo de lo sagrado, lo esencial, lo trascendente.

Todo lo que existe en la realidad que conocemos se origina en el plano Wa y hacia él retorna todo en forma cíclica. En la filosofía andina los ciclos de vida son continuos y complementarios, la muerte es un tránsito de reintegración del ser a la energía cósmica de Wa ( fuente de vida y sabiduría), donde luego de un tiempo recibirá otro impulso vital para comenzar un nuevo ciclo de existencia en Ka.
 
Entonces, considerando que la raiz «hua» o «wa» hace referencia a lo sagrado, podemos descubrir el principal significado de «wa-chay» (parir). Esta palabra que resulta de la unión de «wa» (lo sagrado) y «chay» (llegar) significa: «llegada de Wa» [5]. El nacimiento de un nuevo ser se puede interpretar como «la llegada de lo sagrado», porque el neonato trae la esencia vital del plano sagrado. 
 
Río Gallán, que baja desde los 3,950 msnm
«Hua-n-chay» tiene un significado parecido. La presencia de la partícula «-n», marcador de la tercera persona singular, determina la leve variación respecto a «wachay», siendo el significado esencial de «Huanchay»: «el que llega de lo sagrado», «el que llega de Wa» o, simplemente, «llega de Wa». ¿Y quién llega de Wa?. Justamente el que nace, un ser que viene cargado de la esencia de Wa o, lo que es lo mismo, un ser sagrado.
 
Y este ser al que se alude no es otro que el agua. Porque el agua en el mundo andino es un ser vivo [6] y sagrado; su presencia es cíclica y permanente; fecunda la tierra para generar vida; en los lagos, lagunas, ríos y en el mar propicia la vida y la reproducción de los peces; se utiliza para el riego, el baño (efecto purificador), la preparación de los alimentos, etc; es esencial para el desarrollo de la vida en el planeta. Llega de arriba (en forma de lluvia o cascada), nace en la laguna (río) o brota del subsuelo (ojo de agua, manantial), cubre de vida la tierra y los océanos, trasciende y vuelve a aparecer pura y cristalina.

Como símbolo de vida, fertilidad, productividad, purificación, alegría y bienestar, el agua tuvo gran importancia para nuestros ancestros; era considerado un ser divino y se le rendía culto. En el Tawantinsuyo, en el mes de octubre, se celebraba el Oma Raymi (Fiesta del Agua); el cronista Guaman Poma perennizó el rito en el Calendario Inca designándolo Oma Raymi Quilla (mes de la fiesta de orígenes). Para minimizar o contrarrestar el masivo culto al agua, los españoles impusieron en fecha adelantada, el 8 de setiembre, la fiesta en honor a la Virgen de la Natividad.

EL AGUA : SER SAGRADO

La palabra «huanchay» está muy relacionada con el agua. El rastreo de este vínculo nos lleva hasta los mitos de creación y leyendas del Antiguo Perú, donde resulta evidente la importancia del agua como elemento sagrado de origen -- una leyenda nos dice que Manco Cápac y Mama Ocllo salieron del lago Titicaca; Nailamp, el fundador del reino Sicán, vino del mar--, vida y fecundidad; en lo que nos atañe, comenzaremos viendo el parecido estructural que existe entre «Huanchay» y los antiquísimos términos «huachac» y «huachaj», de la misma familia léxica del actual «wachay» (parir), para comprender y relacionar los significados.

En el mito de Urpay Huachac se cuenta el origen de los peces en el mar. Cuniraya, dios del campo --frustrado por no haber alcanzado a Cauillaca y su hijo, que se internaron en el mar transformándose en las actuales islas de San Pedro (Lurín, Lima)--, violó a una hija de Pachacamac y al intentar hacer lo mismo con la segunda ésta se transformó en paloma y voló, razón por la cual a su madre se le llamó Urpay Huachac (la que pare palomas). Más encolerizado al saber que Urpay Huachac estaba ausente porque había ido a visitar a Cauillaca, arrojó al océano los peces que criaba ella en un estanque; por aquella época no había peces en el mar. Desde entonces Urpay Huachac fue considerada diosa del mar y de los humedales, madre de los peces y de las aves marinas [7], siendo venerada principalmente por los pescadores.

Se cree que «huanchay» en realidad deriva de «huachaj», término de raigambre protoquechua, que significa: pantano, ojo de agua, lugar que siempre permanece húmedo.

Tal significado aparece en el vocabulario adjunto al relato de «La Laguna de Quingray Quero» [8], leyenda recogida por Juan L. Rocha en la región del Chinchaysuyo y publicada el año 1944 en la Revista del Museo Nacional. Allí la sinonimia entre «huachaj» y «pantano» (o «humedal») es muy clara: «junto al cerro de Quingray Quero, existe una enorme piedra de superficie plana y de color gris negro que está rodeado por un huachaj y totoras [...] en ese mismo sitio, hubo (antaño) una laguna muy grande y profunda que rodeaba a la piedra [...] En la profundidad de sus aguas, aseguran, habitaba un puma de oro, de tamaño extraordinario, que era ‘Illa’ (animal sagrado) de la región y ‘madre’ de la laguna».
 
En «Geomorfonimia Argentina»(Universidad Nacional de Tucumán, 1959), Alberto Vúletin señala: «Marjal es pantano en español y se dice en mapuche ñadi; en quichua huachaj, chúra y cúra». De modo similar, en «Quechuismos en algunas regiones de Colombia» (1980), Eduardo Unda Lozada registra: «Huacha. Pantano, ojo de agua, lugar que siempre permanece húmedo. Viene del quechua huachaj con el significado anterior».
 
Vocablos de cercano parentesco semántico con «huachaj» son «huachaque», «huanchaque» o «wachaque», usados de manera indistinta para referirse a: chacra hundida que se obtiene excavando el terreno hasta alcanzar el manto freático o agua subterránea; puquio, agua que brota del subsuelo; pantano, humedal; pozo, estanque, reservorio.

Wachaque es una palabra en lengua Cauqui --dialecto casi extinto del idioma Jaqaru, hermana del idioma Aymara--, que significa: «donde gotea el agua» [9]. De allí su uso para llamar así a un estanque o reservorio.

Un antiguo registro histórico nos indica que existió un vocablo similar en el Quingnam -- idioma del reino Chimú, que fue desplazado por el quechua del Chinchaysuyo--. En una carta, fechada el 5 de agosto de 1535, Francisco Pizarro le cuenta a Martín de Estete acerca del descubrimiento de la ciudadela de Chan Chan en 1534 y menciona entre otros términos quingnam el topónimo «guachaque» ( o huachaque), refiriéndose a la poza donde crece la totora [10]. Según el antropólogo Víctor Antonio Rodríguez Suy Suy, estudioso de la cultura Mochica --predecesora de Chimú--, el término original quingnam es «guachák», con el mismo significado.

Los chimús desarrollaron la técnica agrícola de chacras hundidas, wachaques, para sembrar principalmente la totora, usada en la fabricación de balsas conocidas como «caballitos de totora», el vehículo por excelencia de los pescadores en la antigüedad. Además, los chimús hicieron wachaques para almacenar agua pura, que eran reservorios considerados lugares sagrados; según el arqueólogo y antropólogo Francisco E. Iriarte Brenner: «En Chan Chan se denomina huachaque a los pozos que, casi alrededor de cien, sirvieron para obtener agua del subsuelo para el servicio doméstico de la población. También se les llama así a las lagunas y las zonas bajas y húmedas que están al sur de Chan Chan cerca al mar» [11]. 

Del análisis estructural de «huachac», «huachaque» y términos similares, vemos que la constante más sonora es la terminación que, sin duda, podemos asociar con la voz «ch’aq», sonido producido por la caída de gotas de agua en una caja sonora. Muchas palabras del quechua están compuestas de voces que reproducen los sonidos de la naturaleza; el más claro ejemplo para nuestro estudio es «phaqcha» (chorro, cascada de agua), que recoge «ch’aq» y el sonido «phaq», ruido del agua que cae sobre una superficie sólida.
 
Laguna huanchaysina donde nace uno de sus ríos.
Ya en el Lexicon, o Vocabulario de la lengua general de todo el Perú (1560), Fray Domingo de Santo Tomás había registrado «Paccha», con sus significados «fuente de agua, que sale de alto»; y «chorro de agua». En opinión del investigador Gregorio Paucar Salvador: «La cascada o salto grande de agua (en español catarata) adquiere el nombre de paqcha, porque el caer del agua produce sonidos como paq chaq, paq chaq» [12].

Por lo señalado en los párrafos que anteceden, podemos concluir que «huanchay» deriva tanto de «huachac», «huachaj» y «guachaque», palabras cuyo origen se remonta a la época precolombina y que hacen referencia en simultáneo a la madre uterina, al agua y al lugar donde se reproduce la vida. Inclusive, la Academia Mayor de la Lengua Quechua, registra un término bastante cercano, «wanchaq», señalando que para algunos investigadores este término viene de «wachaq: la que pare o procrea» [13].
 
Vía esta segunda corriente teórica, el significado del topónimo «huanchay» sería «lugar de donde viene el agua»; esto considerando que deriva de «huachac», palabra compuesta de «hua» (parte superior, lo sagrado o lugar sagrado) y «chaq» (sonido del agua, o simbólica y simplemente agua). Por aproximación significaría también «donde nace el agua».

LA FIESTA DEL HUANCHACO

Lo cierto es que todas las rutas de investigación del nombre «huanchay» conducen a relacionarla con el agua: fuente de vida y ser sagrado. Otro dato que contribuye a reforzar precisamente ello es que en Cajamarca, actualmente, cada 8 de setiembre se celebra la Fiesta del Huanchaco ( o del Huanchac) denominándola ya como la Fiesta del Agua.  

El folklorista cajamarquino Juan Jave Huangal afirma al respecto: . «Es una fiesta precolombina. Los Caxamarcas adoraban al agua. Por ello, Huanchaco viene de huachak que significa puquio o manantial. En Baños del Inca se realizaban las ceremonias donde se rendía culto al agua y cuando entraron los Incas le pusieron Umac Raymi, que está incluido en su calendario festivo. Iniciar en setiembre tiene un significado especial, ya que es el mes donde inician las lluvias. Los campesinos a través de su danza se acercan a su Wiracocha» [14].

Investigaciones arqueológicas realizadas en 1979 por el Instituto Nacional de Cultura - Cajamarca, con la conducción de Roger Ravines, y otras posteriores en el 2001, se pudo conocer que en el Complejo de Baños del Inca hubo canales, estanques y construcciones para rendir culto al agua, restos de la Cultura Cajamarca [15]. El historiador cajamarquino Julio Sarmiento Gutiérrez sostiene: «el agua fue y es abundante en esta zona y podemos observar algunos de estos huachac, huachaques, manantiales o puquios como el de santa Rosa, en los predios del estadio [...] existían muchos de éstos en épocas anteriores y a la llegada de los hispanos» [16].

Como ya se ha indicado en la primera parte, los españoles hicieron lo posible por acabar con el culto al agua, pero no lo lograron. Actualmente la celebración es mixta. Antes de la fiesta los campesinos limpian las acequias y canales de riego, días después van a la ciudad para disfrutar de las danzas (los incaicos, los chunchos y las pallas) y asistir a la misa solemne en honor a la Santísima Virgen de la Natividad, a quien le piden lluvia suficiente para tener buenas cosechas. Como el agua, la Virgen de la Natividad representa el origen, el nacimiento y la fecundidad.
 

Centro Poblado de Huanchay, en el distrito de Huacrachuco (Marañón, Huánuco)

Catedral de piedra de Campana Machay, atractivo turístico de Huanchay.

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[1] «en algún momento la voz /ua/ empezó a tener las aproximadamente equivalentes e importantes connotaciones de «tierra», «lugar de nacimiento», «territorio», «espacio en el que se vive», etc. Pero muy probablemente también, y quizá bastante más tarde, cuando cada patria tuvo nombre propio, /ua/ habría pasado entonces a ser un simple sustantivo con el que genéricamente se denotaba «lugar», «sitio», «espacio». Cualquier lugar, cualquier sitio, cualquier espacio». Klauer, A.: (2007) ¡Gua!, el insospechado origen del lenguaje, Edición electrónica gratuita. Texto completo en www.eumed.net/libros/2007b
[2] Diccionario quechua: Cuzco-Collao, Antonio Cusihuaman G., Ministerio de Educación/ Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1976.
[3] Hua. ‘parte superior’, ‘arriba’. Cf. Gonzales Holguin, p. 144: «Hahua. Sobre, o tras de, o después de» y «Hahua. Sobre y encima» (p.145). También Lira (p.234) trae: Háwa. ‘sobre’, ‘encima’, ‘encima de’, ‘tras’, ‘después de’ / Huan. «Ver huanpi Frase: Huaci huanpi, más arriba de casa, etc.» MG (L, 130) / Huanpi. «Por encima de, más arriba de» (L,132). Podría analizarse así: hua-n-pi ‘en su parte superior’ (Cuadernos del Instituto de Investigaciones Folklóricas, Volúmenes 3-4, pp. 210 y 211, Argentina, 1962).
[4] «El Hawa Pacha es el primer mundo; aquel gran Océano del Cosmos donde vibran los tiempos y los grandes sistemas galácticos que no se ven, pero existen. Es el universo invisible que ocupa un espacio y un tiempo diferentes. Está más allá de nuestros sentidos y existe, aunque los ojos humanos no sean capaces de percibirlo» (Federico García y Pilar Roca, Pachakuteq: una aproximación a la cosmovisión andina, Lima, Lumbrera Editores, 2004, p. 27) https://es.scribd.com/doc/87409455/Pahakuteq-Ninanturmanya-La-raiz-sagrada-WA-y-los-ciclos-cósmicos
[5] Ibid
[6] «el agua es un ser vivificante y fecundante. Sin agua no hay vida [...] Así, para las culturas andinas, el riego es una recreación del agua, una modalidad en que el agua es criada. En la cosmovisión campesina andina el agua es un ser vivo, es una persona que habita el paisaje o el pacha. Está por tanto ligada a la ritualidad y a las creencias». (Aguas y acequias: los derechos al agua y la gestión campesina de riego en los Andes bolivianos, Gerben Gerbrandy - Paul Hoogendam, Plural editores, Bolivia, 1998).
[7] María Rostworowski, Pachacamac y el Señor de los Milagros: una trayectoria milenaria, Segunda edición, IEP, 2002. -- Pachacamac, Obras completas de María Rostworowski, Volumen II, IEP, 2002.
[8] Revista del Museo Naciional, tomo XIII, Lima, 1944, pp. 89-92
[9] Perú en cifras, 1944-1945 Darío Sainte Marie. Empresa gráfica Scheuch S.A., 1945, p. 16.
[10] Portal de Chiquitoy, p. 8. http://chiquitoy.net/index.php?option=com_content&view
[11] Actas y trabajos, VI Congreso Peruano: Hombre y Cultura Andina, UIGV-Facultad de Ciencias Sociales, 1985, p.152.
[12] Artículo: El Kichwa: ¿Origen motivado o convencional?, Lic. Gregorio Paucar Salvador, diario Hoy-Huánuco, 28 Feb. de 2014, p.7. http://issuu.com/hoyperu/docs/hoy_viernes_28_de_febrero_2014
[13] Diccionario Simi Taqe, Quechua-Español-Quechua, Academia Mayor de la Lengua Quechua, Gobierno Regional Cusco, 2005
[14] Entrevista del 12 Set. 2013 - http://www.panoramacajamarquino.com/noticia/los-chunchos-de-cajamarca-ofrenda-mágico
[15] Artículo: ¿La Fiesta del Huanchaco, Huachac o huachaques?, Julio Sarmiento Gutiérrez, Panorama Cajamarquino, 8,9 Set. de 2012, p.6 http://www.panoramacajamarquino.com/noticia/la-fiesta-del-huanchaco-huachac-o-hu...
[16] Ibid    

*Fotos: Cortesía de Huacrachuco Huanchay, Facebook.