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martes, 14 de noviembre de 2017

 

LA MITAD DIFERENTE

La mitad del todo mostrado no está sola.
Otras mitades guardan secretos.
Y hay repeticiones de esas mitades
que reproducen el todo público,
el escrutado entero perceptible.
Aunque juntas forman el todo perfecto,
las mitades no son exactamente iguales.
Son relativas y dispares entre sí.
 
La matemática no encuentra la unidad,
se enfrenta a la proclama de un quebrado:
una mitad por dos no completa el mapa original.
El plano cardinal sagital separa magnitudes inexactas,
igual que el corte coronal divide las orejas desiguales.

Toda mitad es diferente a su pareja.
En el amor, la mitad es uno y la unidad es dos.
La media naranja no es la mitad sino el complemento.
Las mitades no iguales se buscan, se atraen, se sueñan,
se magnetizan en el aire, en el agua, en tierra firme,
se juntan en un beso que forma el todo.
Y no hay todo más perfecto
que la unidad que sellan con un beso
cuatro labios enamorados.
 
No hay forma de conocer el todo absoluto.
Siempre habrá una parte desconocida,
una historia oculta, una escurridiza pieza clave
que perteneciendo a una mitad y al entero,
se aleje de los sentidos y permanezca perdida,  
 tal vez protegida detrás de un solitario portal.
Asusta descubrir el rostro equis del todo,
las cuentas en rojo, los misteriosos signos
alojados en lo externo o en lo interno,
en las mitades derecha o izquierda,
en el plato viajero que se va por el multiverso.
 
¡El hombre en alerta roja!
Lo atemoriza, lo apoca, lo subleva
que se conozca su mitad oscura,
su vida paralela,
la parte de su mundo íntimo
moldeado a tiempo parcial por errores y pasiones.
!Qué terrible la tempestad interior!
La lucha de los yoes por el máximo espacio,
por el poder en la profunda caverna interna
donde grita el yo encadenado, el yo reprimido,
donde es feliz el yo oculto
y donde goza de libre albedrío el más temido yo:
el yo desconocido.
Aquel capaz de lanzar rugidos de fiera a un mes luz,
el que puede saltar a la palestra solo un minuto
y deshacer las ataduras, romper las alegrías,
dinamitar toda regla de convivencia,
herir con huracanado impulso el hincado amor,  
reducir a cenizas los pactos por la paz,
destruir la casa del yo responsable y diplomático,
la obra del yo autocontrolado;
es esa la mitad opuesta del yo de vanguardia,
la otra cara del yo tolerante,
la bestia que nadie debiera conocer jamás.
 
¿Qué es el todo absoluto?
Es la armonía de dos mitades:
partes desiguales, complementos perfectos.
¿Qué es el ser absoluto?
Es el recipiente compartido por los yoes,
por los opuestos en resistencia,
por los distintos unidos.


 
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