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lunes, 31 de octubre de 2016

LOS YAROWILCAS




Explorador Rolando Pineda (el gran "Rolo") en Susupillo, la principal fortaleza de los feroces guerreros yarowilcas.

 

HIJOS DEL DIOS RAYO

 

Al borde de los precipicios, entre los 3400 a 4100 m s. n. m., hace más de mil años los guerreros yarowilcas construyeron ciudadelas urbano-militares, con murallas defensivas, torreones de vigilancia e imponentes edificios de varios pisos. El centro del poder de la nación yarowilca se hallaba en Tantamayo (Huamalíes, Huánuco), exactamente en Susupillo, donde se mantiene en pie un castillo de cinco pisos, considerado el edificio más alto de América prehispánica.
 
 
Los Yarowilcas se consideraban hijos de Libiac, dios rayo, y como tales ocuparon las cumbres de los cerros, desde donde mantenían el control absoluto de sus tierras. Etimológicamente, «yarowilca» deriva de las voces «yaro» y «willka». El vocablo «yaro» alude a la poderosa etnia andina Yaro. Y la voz «willka» significa en aymara «sol»; en quechua, «sagrado»; la variante «wilka» no se usa en aymara, mientras que en el quechua significa «nieto». Prevaleciendo el quechua, por razones históricas y geográficas, «Yarowilca» significa «descendiente sagrado Yaro» o «nieto de los Yaro». Cabe referir también que en los diccionarios de quechua boliviano aparece «yaru willka»: muy grandioso, eminentísimo.

Según el historiador Salustio Maldonado Robles, posiblemente el territorio yarowilca abarcó desde Rapayán (sur de Ancash) hasta el norte de Pasco y del río Marañón hasta las cumbres de la Cordillera Central. Evidencias de la expansión son los 81 sitios arqueológicos preincas que se pueden apreciar, la mayoría de ellos en la sierra de Huánuco, muy cerca a la selva; los hay en Chavinillo y Choras (Garu), distritos de la joven provincia Yarowilca; y en Llata (Huaman-Huilca), Singa (Huata), Puños, Miraflores, Punchao, Chavín de Pariarca, Jircán (Urpish) y Tantamayo (Susupillo, Piruru, Japallán), distritos de la provincia Huamalíes; también hay vestigios de torres o castillos en Rapayán, provincia de Huari, Ancash.


Respecto a su origen, algunos investigadores sostienen que la etnia Yaro habría emigrado desde la región aymara (Amat Olazábal, Waldemar Espinoza, Flores Galindo) y otros que surgió en el centro andino (Guaman Poma, Julio César Tello, Augusto Cardich, Bertrand Flornoy, Salustio Maldonado), alcanzando el apogeo en el periodo Intermedio Tardío. Se emparentaron con los Wanucos, etnia aborigen del territorio huanuqueño, y lograron expandirse hasta formar el Imperio Yarowilca (entre los siglos XI y XIII d.C.), en alianza con los Wacrachucos y otras naciones vecinas.

Los Señores Yarowilcas dominaban un vasto territorio y eran tan feroces que hicieron retroceder a las tropas de Pachacútec; más tarde, su hijo Túpac Yupanqui tuvo que hacer alianza con ellos (Confederación Inca - Yarowilca), para continuar su ambicioso plan de conquista de los Chachapoyas.

Los complejos arqueológicos de Tantamayo fueron descubiertos en 1828 por el sabio arequipeño Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz, quien hizo la primera descripción que se conoce en su obra «Antigüedades Peruanas» (1841). Después los visitaron Antonio Raimondi, el obispo Rubén Berroa y el arqueólogo Julio César Tello. Pero fue el etnólogo francés Bertrand Flornoy quien los dio a conocer al mundo desde 1947 y pasó 30 años de su vida estudiándolos; justamente, él considera que son vestigios de una cultura preinca altamente desarrollada: la cultura Tantamayo.

Los castillos fueron levantados en una época de guerras, por tanto es de suponer que los yarowilcas no fueron los únicos que levantaron fortalezas. Los patrones de construcción empleados en otros lugares de la sierra huanuqueña y liberteña indican que hubo influencia cultural entre los Yarowilcas, Wacrachucos y Wamachucos.

Así tenemos: En Tinyash (Pinra, Huacaybamba), principal ciudadela de los Wacrachucos, se empleó el cuarzo blanco en la cara externa del muro circular principal, igual que en Tantamayo, donde una franja de cuarzo blanco en la parte posterior del castillo de Susupillo marca el inicio del último piso («Huánuco: Etapa Prehispánica», Límber Rivera, 2001); asimismo, el techo de las dos chullpas funerarias formado de lajas colocadas a manera de aleros sobrepuestos en varios niveles, guarda cierta similitud con el techo escalonado en tres niveles que se observa en las chullpas de Chaupis (Rapayán, Huari, Ancash). En Marka Huamachuco (Sánchez Carrión, La Libertad), los altos muros perimétricos, los peldaños de piedra que sobresalen de la cara interior de esos muros, así como los recintos circulares y cuadrangulares, son similares a los que hay en los fortines preincas de Tantamayo.

La arquitectura empleada en la vasta región del Imperio Yarowilca nos indica que existió una casta de constructores que dominó la geometría y la física, a tal grado que pudo edificar ciudadelas al borde de los abismos, superando inclusive a los incas en la técnica de superposición de pisos y escaleras interiores de caracol; también nos sugiere la práctica de actividades religiosas y un elevado conocimiento del arte de la guerra.

Vale la pena conocer los rascacielos yarowilcas y disfrutar de los bellos paisajes que los rodean. Entre los destinos más visitados están:
 
Susupillo (4.100 msnm), ciudadela fortificada que cuenta con tres pabellones, 16 habitaciones, un altar, atalayas de vigilancia y tres murallas de defensa;  y Piruru (3.900 msnm), ambos situados en el distrito de Tantamayo, provincia Huamalíes, Huánuco.

Urpish (3.474 msnm), en el distrito de Jircán, provincia Huamalíes, Huánuco.

Garu (3.700 msnm), en el distrito de Choras, provincia Yarowilca, Huánuco. Algunos investigadores consideran que esta ciudadela habría sido la capital del Imperio Yarowilca.

Huata (3889 msnm), en el centro poblado Bellas Flores, distrito de Singa, provincia Huamalíes, Huánuco. En la parte central se hallan las famosas «torres gemelas», dos construcciones rectangulares de más de 10 metros de altura, cuya función habría sido de miradores; la vista que se tiene desde sus ventanas es impresionante.






PRIMER REGISTRO HISTÓRICO:


Como se ha indicado, fueron descubiertos en 1828 por Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz. El creyó que eran construcciones incaicas; en su obra «Antigüedades peruanas» (1841) se lee: «Desde el pueblo de Chavinillo comienza un sistema de fortificaciones o castillos, como se llaman por estos lugares, situados en ambos lados de la quebrada. No he podido descubrir lo que movió a los incas a construir en esta parte del interior y fuera del gran camino que conducía a Quito, tantos lugares de defensa, mas presumo que sería con motivo de las guerras o invasiones que sufrieran de las tribus [...] la fortaleza de Urpis que está en el interior de la montaña distante cinco leguas de Tantamayo, camino para Monzón y Chicoplaya, es la más grande, la mejor situada y la mejor construida; casi toda es de piedra labrada».
 


Página 21 del libro "Antigüedades peruanas",
de 1841. Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz
 menciona aquí la existencia de un sistema de
fortificaciones o castillos que comienza en
Chavinillo, continúa por Tantamayo y se
prolonga hasta Urpish, todos en la antigua
provincia Huamalíes, que en aquella época
estaba dentro de la jurisdicción del
departamento de Junín.
Presentación del libro Antigüedades
peruanas, de Mariano Eduardo de Rivero
y Ustáriz, publicado en Lima, el año 1841.



Segunda edición de Antigüedades peruanas, publicada en 1851. Este libro es la ampliación
del primero, aborda más temas y aporta datos histórico-culturales sorprendentes para la
época; trae referencias de los cronistas españoles e historiadores republicanos, además
contiene dibujos, resultando su lectura muy interesante y enriquecedora. Fue escrito
por Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz, en coautoría con Juan Diego de Tschudi.