Ishanquina mi princesa andina
de trenzas coloradas
y mirada de Gioconda.
Este hombre que ha viajado por el planeta
en unos libros de biblioteca,
hoy viene a ti dispuesto a construir
un mundo nuevo para los dos.
Estos pies que han recorrido
sierra, selva, costa y ensueño,
hoy vuelven a cruzar el arco iris para verte
con el permiso de los jircas.
Ishanquina de carita sonrosada.
Te quiero desde antes de alcanzar el metro.
Nunca te lo dije, ese cariño secreto
lo guardé en el fortín de mi corazón;
eras tan pequeña
y yo muy niño para decir esas cosas.
Una mañana de abril con el sol coloreando
los maizales de Gochachilca,
apareciste en el salón del abecé
y mi lápiz comenzó a dibujar mejor las letras
y mi boca a hablar para llegar a ti.
Un día de enero te descubrí como pastorcita
y mi sombrero se inclinó hacia las cumbres
para poder admirarte con todo tu rebaño,
hasta mis burros se apartaron del camino a Taulli.
Ishanquina, mi hilanderita de lliclla y pollera.
Me enamoré más de ti
un domingo cuando bajabas a la misa
con tu olor a flores y manzanilla fresca.
Mi cariño infantil, de arrierito y pastorcito,
se convirtió en un amor joven y loco,
de abril a diciembre, de carnaval en carnaval,
de luna verde a luna llena,
de minga en minga,
de la siembra a la cosecha del maíz y calabazos
del destape de las papas nuevas a la siega.
Un amor joven afirmado en llanques,
un amor loco, titilante y omnipresente,
con la sola pretensión de que lo notes.
Ishanquina, mi tortolita del valle y la puna.
Soy yo el autor de las letras y corazones
dibujados en las pencas del camino.
Yo, quien viene ahora a tocar tu mano
de manera distinta al ayer
y a provocar todas tus sonrisas en una cita.
Ven, vamos a ver el vuelo del cóndor
que viene de Millpoj y voltea por Urhuarrumi.
Llevemos tu ganado por Cóndorpampa
y sigamos por el pasto que elijan las ovejas.
Toma mi mano, ishanquina,
ven conmigo a comer las frutillas de los jircas
y coger flores silvestres para ornar tu sombrero.
Si es la hora de desencanto,
quisiera mostrarte de lejitos nomás
el torito que sale a bailar en Torojirca.
Y si es la hora de encanto que nos toca,
te invito a desaparecer en las nubes oscuras
y atisbar la felicidad que disfruta la gente
del maravilloso pueblo de la laguna Mamancocha.
Ishanquina, primorosa como la azucena.
Pon tu mirada al lado de la mía y veamos lejos.
Pon tu cuerpo a mi costado y caminemos.
Sé que nada de lo que hallemos
podrá compararse siquiera
con tu pequeño paraíso de Ishanka,
pero el destino llama y nos quiere juntos.
Tengo los músculos de diecinueve años,
la mente dispuesta a construir una vida
y la energía de mi amor por ti para lograrlo.
Que tú me ames como yo a ti es suficiente
para ir del sueño a la realidad y viceversa.
Camina, brinca, corre, viaja conmigo.
Sigamos el curso del río Huacrachuco,
de la Serpiente de Oro o del Chontayacu,
conozco la ruta de la independencia.
Junta tu lado izquierdo al mío y sentirás
igual que yo la vibración del amor reunido.
Si quieres nos vamos, si no nos quedamos.
En cualquier parte tortolita haremos nuestro nido,
y desde allí volaremos en todas direcciones.
Si prefieres podemos comenzar aquí mismo,
en la tierra de las chilcas.
Me espera una chacrita de papa en Potrero
y hay un pedacito de tierra prometida
en Taullipampa, al pie de Ponto Laja.
Tú lo decides.
Vamos, entrégame tus manos, tu pecho y tu cintura.
Dame un abracito, varios abrazos, girando abracémonos.
Dame una miradita, varias miradas, girando mirémonos.
Dame un besito, varios besos, girando besémonos.
Celebremos así nuestro pacto de amor,
mi bella maja ishanquina.
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«Sin ninguna duda, el poema "Ishanquina" es un canto de la belleza, un tierno poema de amor, una pintura fresca impregnada de pureza en armonía con la naturaleza. La voz encendida del poeta aparece de manera singular en el poema, que cada verso componente resplandece y canta con la fragancia de la tierra. "Ishanquina" tiene raigambre bucólica, que entraña dulzura fruto de la ternura y del amor telúrico, haciendo uso de un lirismo diáfano y excelso, con fina sensibilidad poética. El poeta Florencio Goicochea construye un mundo diferente y nuevo para su amorcito la "Ishanquina", contemplando las maravillas de la naturaleza con sentimiento amoroso y pasión intensa, develando los secretos escondidos en el fondo de su corazón. El poema "Ishanquina" posee una poderosa carga de emociones que alcanzan equilibrio armónico con un bello ambiente pastoril, "que no escapa de la realidad para fundirse con las míticas ninfas"» (Marco Hinojosa Vigo, poeta huacrachuquino).
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