El verano se detuvo en mis veintiún años,
cuando te descubrí caminando por mi calle.
Quizás un lunes de colegio en la librería,
© All rights reserved, 2017.
Desde entonces mi corazón gobierna
y todos los caminos me conducen hacia ti.
Salgo acicalado a rondar por tus fronteras
y mientras avanzo, sigiloso y trepidante,
voy enfilando detrás de mis labios
palabras de amor para robarte una mirada.
Me llaman aquellas margaritas blancas
con sus fieles ojillos amarillos
que se mueven del sí al no en el vuelo de tu falda.
Tu figura, tus hombros, tus vestidos me atraen,
sigo de cerca tu aroma,
y a veces siento que te vas sin haber llegado.
Vengo y voy por donde apareces,
esperando conocer tus ojos
que son tímidos conmigo.
Si tan solo voltearas un instante
y luego te fueras sin esperar mis pasos,
seguiría contento mi camino sobre algodones,
ausentándome por horas del mundo.
Si tan solo me alcanzara la luz de tu sonrisa
sabría que el Sol se ha puesto de mi lado
y podría esperar feliz otra señal.
seguiría contento mi camino sobre algodones,
ausentándome por horas del mundo.
Si tan solo me alcanzara la luz de tu sonrisa
sabría que el Sol se ha puesto de mi lado
y podría esperar feliz otra señal.
Quizás un lunes de colegio en la librería,
un jueves en el parque de las palmeras cómplices
o un domingo en que salga la Luna temprano,
pueda verte, raramente atrevida,
acariciando tus cabellos rojos para mí.
Ese síntoma de amor valdría tanto
como un futuro te quiero,
como todos los besos juntos de la primera vez.
Soy un aspirante a enamorado perpetuo,
que vivirá conquistándote en las cuatro estaciones.
© All rights reserved, 2017.
Fotografía: Señorita tomando café. Cuadro realista-impresionista
del pintor ruso Konstantin Razumov (Moscú, 1974).
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