domingo, 19 de enero de 2014

CARNAVAL DE CAJAMARCA


 
Días antes del miércoles de ceniza, en diferentes pueblos peruanos comienza el carnaval. La forma de celebrar difiere pero el sentir es el mismo. En todas partes el carnaval trae colorido, alegría y desenfreno, pero es en Cajamarca donde la festividad adquiere brillo sin igual, porque tiene matices culturales que mantienen la algarabía general de principio a fin: singulares coplas, patrullas y comparsas, la umsha o yunsa, el juego con agua, harina y pintura, todo ello con la anuencia de su anfitrión el Ño Carnavalón.
 
«Arriba caballo blanco, cilulo.
Sácame de este arenal, huaylulo [bis]
Porque tengo un desafío, cilulo
el martes de carnaval, huaylulo [bis]
A la una, a las dos y a las tres un machetazo,
umsha, umshita hoy te tumbarán
el año que viene te colocarán [bis]»
 
Un acontecimiento extraordinario es anunciado por pregoneros, altoparlantes y radioemisoras: la llegada del Ño Carnavalón o Rey Momo, el mítico líder de una multitud que enfervorizada se entrega a la diversión y la sátira festiva durante el carnaval de Cajamarca, el más vistoso y concurrido del Perú.
 
Aparece por Grifos «El Che» moviendo los brazos y mostrando una enorme sonrisa. Está parado en un carro adornado con serpentinas, globos y cintas de colores. Nunca está solo, los jóvenes suben al vehículo, hacen fiesta a su alrededor, las chicas bailan con él, lo besan y le cuelgan serpentinas. Él no se niega a nada, le pone su risa a todo; y es que el Ño Carnavalón es un muñeco relleno, vestido con traje estrafalario y que lleva una gran cabeza de yeso.
 
Mientras el carro avanza, grupos de jóvenes se encargan de fomentar el alegre desorden en las calles y plazuelas; como el Rey de la Alegría anda suelto, hacen lo que les viene en gana, unos corren con baldes de pintura dándole un brochazo a las paredes, otros tocan las puertas, mojan con chisguetes o globos, arrojan polvillos de colores, abrazan, saltan, bailan. Es sólo el principio de la fiesta, donde todo o casi todo está permitido.
 
Las coplas de versos pícaros y canciones como «Gavilancito», «Carolina» y «Matarina» toman por asalto las calles, con el acompañamiento musical de guitarras, acordeones, violines y cajas. La diversión y la burla contagia a todos los pobladores, inyectándoles una motivación especial para exteriorizar sus alegrías y, quien sabe, realizar locuras o las acciones más insospechadas.

«Gavilancito, gavilán,
caza tu polla haragán [bis]
Llévala al monte gavilán,
deja las plumas haragán.
Chau, chau, gavilán,
caza tu polla haragán [bis]
Guapi, guapi, gavilán,
caza tu polla haragán [bis]»
 
En medio del desenfreno colectivo, el carro del Ño Carnavalón atraviesa la calle Amalia Puga e ingresa a la Plaza de Armas, donde se confirma su matrimonio anual con Doña Carnavalona. Luego, los recién casados son escoltados hacia el barrio de Chontapaccha para tener allí su noche de bodas. Así, con este loquerío del sábado, comienza oficialmente el carnaval.
 
BAILE, MAGIA Y COLOR
 
Al día siguiente salen las Patrullas y Comparsas, integradas por entusiastas jóvenes de los barrios de San Sebastián (los valientes), San Pedro (los más unidos), Cumbemayo, La Merced, San José, Dos de Mayo y Pueblo Nuevo. Apadrinados por el Clon, un pintoresco personaje que lleva un gran sombrero puntiagudo, las agrupaciones desfilan frente a un jurado calificador.
 
El derroche de expresiones folklóricas es impresionante. Es un festival de música, danza y color. Las manifestaciones artísticas en las vestimentas, máscaras y coreografías evidencian un esfuerzo creativo de largo aliento en todos los sectores de la ciudad.
 
Se aprecian disfraces insólitos: extraterrestres, gladiadores, dioses del Olimpo, viejos con enormes sombreros, seres alados, héroes de teleseries animadas, abejas, simios, árabes, personajes de la farándula, políticos, etc. Los participantes llevan grotescas cabezas o caretas, parodian movimientos y se entregan totalmente al ambiente festivo, olvidando el temor al ridículo, los rencores y las frustraciones del mundo real. Y es que en el carnaval se crea un mundo mágico donde los cajamarquinos y sus ilustres visitantes gozan de libertad para alcanzar la felicidad, sin importar las jerarquías sociales ni cualquier otra diferencia.
 
El lunes, día principal, se realiza el Gran Corso de Carnaval. Los carros alegóricos que representan a los barrios e instituciones muestran decorados variopintos y sensacionales creaciones artísticas, pudiendo ser: un castillo medieval, el Inca en su trono, ciclópeos cisnes, estampas costumbristas, paisajes, etc. Cada barrio participa con su propia banda, reina de belleza, patrullas y comparsas.
 
El espectacular desfile recorre las principales calles y la Plaza de Armas, siendo apreciado por cientos de espectadores. De los balcones arrojan papel picado, serpentinas, pétalos de flores; abajo, siempre hay espacio para cantar, bailar y jugar. El bullicio de la fiesta popular llega a todos los rincones de la ciudad, la alegría se desborda. Por todas partes están los chisguetes y globos con agua, los polvillos de color, las harinas, el betún.
 
DIVERSIÓN ENTRE COPLAS Y CONTRAPUNTOS
 
Los varones mojan a las mujeres con jeringas de carrizo o latón, chisguetes, globos o las famosas «tripas de agua» que se compra en las tiendas (globo largo que al ser llenado puede alcanzar la longitud de un metro y medio). Ellas corren graciosamente, pero a la par tienen harina y anilina para replicar en singular ataque a los pícaros juguetones.
 
Desaparecen los problemas y tensiones, es tiempo de festejar y sonreirle a la vida.Visitantes y pobladores de la zona se juntan, forman grupos de amigos, se les ve con huellas de pintura o salpicados con talco perfumado, llevan collares de serpentinas; luego, un tanto mareados, pasean con violín, guitarra, acordeón y caja, entonando graciosas coplas.
 
«Dónde está ese calzón blanco
que te compré en Lima,
conmigo lo has estrenado
con otro le diste fin»
 
«Qué bien te sienta ese poncho
no recuerdas lo que has sido,
con tu pantalón parchado,
calzoncillo no has tenido»
 
En las casas no falta la chicha de jora, el aguardiente, la cerveza y la chicha de maní (se sirve a los niños). Se escuchan las coplas de Guillermo Salazar y Anita Peña, los graciosos contrapuntos entre Gregorio Mendoza y Florencia Urbina, así como las canciones festivas de «Los Reales de Cajamarca» y del Indio Mayta. Los anfitriones sirven cabrito con yucas, picante de cuy, chicharrón con mote, la tradicional «fritanga» (vísceras y tripas de chancho fritas), el chupe verde, el puchero, el caldo de cabeza de cordero en las mañanas o quesillo con miel en las tardes.
 
EL CORTAMONTE
 
Después del corso, en las calles de cada barrio y en los patios de algunas casas se planta el «palo cilulo», «umsha» o «yunsa». Es un árbol de capulí (prohibido), aliso o eucalipto, elegido por su ramaje frondoso, donde se cuelgan frutas, regalos, globos, serpentinas. Alrededor de este bailan los asistentes tomados de las manos, al ritmo de canciones festivas.
 
«Me gustan los granos de oro, cilulo,
dulces, tiernos de maíz, cilulo [bis]
Mi más preciado tesoro, cilulo,
para una vida feliz, cilulo [bis]
Agua fina en la piernita, cilulo,
es puro canto de cuna, cilulo,
canto de lluvia bendita, cilulo,
alegría en la laguna, cilulo.
A la una, a las dos y a las tres un machetazo [bis]
Umsha, umshita hoy te tumbarán,
el año que viene te colocarán [bis]»

 «Gavilancito, gavilán,
goza que goza haragán,
en esta tarde de carnaval [bis]
Vamos, vamos, a bailar
vamos, vamos, a cantar,
goza que goza haragán,
esa umshita vamos a tumbar [bis]»
 
A la costumbre de tumbar el «palo cilulo» se le llama cortamonte. En la ronda cunde el entusiasmo; en parejas se van turnando para darle con el machete o hacha tres veces uno, tres veces otro, y así sucesivamente hasta que caiga el árbol con los ansiados regalos. Aquel suertudo que lo tumba plantará la «umsha» el próximo año, en el mismo lugar.

VELORIO Y TESTAMENTO DEL ÑO CARNAVALÓN

Después de las carcajadas y bromas pesaditas que muchos se atrevieron a gastar, inexorablemente ocurrirá el mayor suceso del martes de carnaval: la muerte del Ño Carnavalón. La penosa noticia de su deceso corre como reguero de pólvora por toda Cajamarca. El diagnóstico del médico es «paro cardiaco por sobredosis de chicha de jora».

Lo trasladan desde Chontapaccha en un ataúd semidescubierto. En el pasaje San Martín, barrio Santa Apolonia, lo velan con « profunda tristeza» los amigos y sus siete viudas (hombres disfrazados, maquillados, con senos postizos y traje de color negro, verde o fucsia).

Como en ningún otro velorio, muchos de los asistentes acuden disfrazados o sencillamente con antifaces. Allí reparten bocadillos y dan café a los que se hallan más próximos al féretro del difunto. Los acompañantes beben aguardiente o chicha de jora y fuman cigarrillos sin filtro . Después, faltando poco para el amanecer, se les sirve calientito un apetitoso caldo de cabeza de carnero con mote.

El miércoles de ceniza el féretro es llevado al balneario turístico de Baños del Inca, donde se da lectura al esperado testamento. Momo deja a su esposa principal ( la de negro) el 70% de sus bienes, recomendándole que ayude a los pobres y done parte del dinero para las obras púiblicas; a las autoridades les aconseja sarcásticamente que se rebajen el sueldo; a los visitantes les pide que «vuelvan a Cajamarca, para conocer sus riquezas arqueológicas, su artesanía y pueblos modelo». Aún muerto, el Rey de la Alegría provoca la hilaridad en el público.

Ante el llanto incontenible de las viudas, se procede a incinerar el ataúd con los restos del que en vida fue el Ño Carnavalón. Así termina su historia, hasta el próximo año, cuando vuelva a renacer de sus cenizas y sea aclamado por la multitud, silenciosamente pícaro detrás de su más elocuente sonrisa.
 
 
 
 
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° Este 2014 el carnaval de Cajamarca se celebrará del 1° al 5 de Marzo
° Foto: cajamarcaglobal.com




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