viernes, 22 de marzo de 2013

RETORNO A CASA (2008)


Llegaron las semanas sin domingo,
los días de comenzar todos los círculos,
de poner los mojones al descubierto.
Hemos vuelto a la madre tierra,
trayendo polvo y tela usada de otras comarcas,
jalando el hilo de la esperanza
teñido en esencia de retamas.

Venimos dispuestos a descargar
desde los minutos de edad del alba,
la energía de nuestros bíceps y tríceps,
en las pircas y en el barbecho.

Falta acostar el techo en la casa abandonada,
curar el horno de media luna,
uncir los bueyes prestados
y sepultar los granos de vida;
falta resucitarlo todo.

Nos humillaron al costado de nuestros muertos,
nos hirieron a gritos de fusiles,
con sus caras de muerte nos desplazaron.
Encargando la tierra a los difuntos gentiles,
recogiendo nuestras voces,
impotentes nos fuimos.

Nos cortaron el cogollo y casi todo el tallo,
después de muchas lluvias, rebrotamos.
El miedo es ahora de un centímetro
y las ganas de trabajar de varias leguas.

A muchos nos echaron cuando niños,
volvemos con los dedos gruesos y la cabeza grande.
Con el deseo que ha madurado cuatro lustros,
retornamos, pobres,
pero tocados por ideas notables del mundo.
Aquí estamos, con las heridas invisibles,
decididos a sacrificarnos el tiempo necesario
en el regazo de nuestra puna,
hasta que el sol alumbre todas nuestras sombras
y el viento lleve a otros nuestro optimista silbido.

Llegaron las semanas sin domingo,
los días de partir los troncos aprisa,
de apurar las manos en las faenas de batán,
de rebuscar en los costales la última moneda,
de unir en casa nueva las letras y los números,
de reconocer ayllus y practicar la minka.

Nos toca ponernos encima el coraje y la alegría,
para llenar de colores frescos nuestro terruño,
convertir el trigo en pan,
dar la bienvenida a los corderitos y a los bebés,
fortalecer la raíz e identidad de la casta;
nos toca devolver al campo las voces que perdió.